Los científicos finalmente han resuelto el misterio de por qué las cabezas de los cometas son verdes, pero no sus colas.
La cola de un cometa está hecha de los materiales volátiles dentro del cometa que se vaporizan, lo que transporta el polvo y el gas con ellos. Este detrito refleja la luz del sol, dejándola resplandeciente.
Sin embargo, extrañamente, mientras que muchos cometas brillan en verde mientras cruzan el cielo, este tono nunca llega a sus colas.
Este misterio ha desconcertado a los científicos desde la década de 1930, cuando se sugirió que el carbono diatómico creado por la interacción de la luz solar y la materia orgánica en la cabeza del cometa estaba siendo destruido por la luz solar.
Históricamente, esta teoría ha sido difícil de probar porque el dicarbono no es estable, pero ahora los científicos han podido experimentar con él en condiciones de laboratorio.
“Hemos probado el mecanismo por el cual el dicarbono se descompone por la luz solar”, dice Timothy Schmidt, profesor de química en la Universidad de Nueva Gales del Sur.
“Esto explica por qué la coma verde, la capa borrosa de gas y polvo que rodea el núcleo, se encoge a medida que un cometa se acerca al Sol, y también por qué la cola del cometa no es verde”.
El dicarbono está compuesto por dos átomos de carbono y solo se encuentra en entornos de energía extremadamente alta o con poco oxígeno. La molécula no existe hasta que el cometa se acerca al Sol, ya que la materia orgánica que vive en el cuerpo helado se evapora a medida que el calor lo calienta.
A medida que el cometa se acerca aún más al Sol, la radiación ultravioleta extrema rompe las moléculas de dicarbono que creó recientemente en un proceso llamado “fotodisociación”.
Este proceso destruye el dicarbono antes de que pueda alejarse del núcleo, lo que hace que la coma verde, la parte alrededor del núcleo del cometa, se vuelva más brillante y se encoja, asegurando que el tono verde nunca llegue a la cola.
Los científicos crearon moléculas de dicarbono que luego enviaron a través de un haz de gas en una cámara de vacío de dos metros de largo. Luego se apuntaron dos láseres ultravioleta hacia la molécula: uno para inundarla con radiación y el otro para hacer que sus átomos fueran detectables. Los átomos se enviaron volando a un detector de velocidad, lo que les permitió medir la fuerza del enlace de carbono.
Esto no fue tarea fácil; Los investigadores tardaron nueve meses en hacer su primera observación, ya que la luz de todos los láseres utilizados es invisible.
Ahora que se ha realizado el descubrimiento, los hallazgos podrían ayudar a los científicos a comprender mejor los otros 3700 cometas del sistema solar conocido.
“El dicarbono proviene de la ruptura de moléculas orgánicas más grandes congeladas en el núcleo del cometa, el tipo de moléculas que son los ingredientes de la vida”, dijo el profesor Schmidt.
“Al comprender su vida útil y destrucción, podemos comprender mejor cuánto material orgánico se está evaporando de los cometas. Descubrimientos como estos podrían algún día ayudarnos a resolver otros misterios espaciales “.
Comments