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El presidente ruso, Vladímir Putin, no celebrará este mes su maratoniana conferencia de prensa anual de fin de año en medio de la guerra en Ucrania, una ruptura de la antigua tradición que los observadores han atribuido al malestar del Kremlin por una serie de reveses en el campo de batalla.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, confirmó el lunes que Putin no celebraría la conferencia de prensa anual por primera vez en 10 años. No comentó el motivo, pero muchos comentaristas lo atribuyeron a la reticencia del líder ruso a enfrentarse a preguntas desagradables sobre lo que él llama la “operación militar especial” de Rusia en Ucrania.
La conferencia de prensa anual ha sido utilizada por el Kremlin para pulir la imagen de Putin. El apretado espectáculo escenificado y televisado en directo duró hasta 4 horas y media y en él Putin habló de una amplia gama de temas de política interior y exterior.
El analista político Abbas Gallyamov dijo en un comentario de vídeo que Putin canceló la conferencia de prensa anual porque “no tiene nada que decir desde el punto de vista de la estrategia.”
“La rueda de prensa se ha convertido en una cita importante en el calendario de compromisos públicos de Putin y se ha utilizado con frecuencia como una oportunidad para demostrar la supuesta integridad de Putin”, dijo el Ministerio de Defensa del Reino Unido en un comentario en Twitter.
“Aunque es casi seguro que las preguntas suelen ser examinadas de antemano, la cancelación se debe probablemente a la creciente preocupación por la prevalencia del sentimiento antibelicista en Rusia”, dijo. “Es casi seguro que los funcionarios del Kremlin son extremadamente sensibles a la posibilidad de que cualquier evento al que asista Putin pueda ser secuestrado por una discusión no autorizada sobre la “operación militar especial””.
Putin ordenó la invasión de Ucrania el 24 de febrero, diciendo que su objetivo es “desmilitarizar” y “desnazificar” el país, citando la negativa de la OTAN a ofrecer a Rusia garantías de que Ucrania no sería invitada a unirse a la alianza. Ucrania y gran parte del mundo denunciaron el ataque ruso contra su vecino como un acto de agresión no provocado.
Putin y sus oficiales esperaban derrotar al ejército ucraniano en pocos días, pero una feroz resistencia ucraniana desbarató rápidamente esos planes. Tras un intento fallido de capturar rápidamente la capital ucraniana, las tropas rusas se retiraron de las zonas cercanas a Kiev en marzo.
En septiembre, Ucrania recuperó grandes extensiones de terreno en la región nororiental de Kharkiv, y el mes pasado recuperó el control de la estratégica ciudad portuaria meridional de Kherson.
La movilización de 300.000 reservistas ordenada por Putin en septiembre no ha logrado hasta ahora cambiar la suerte de Rusia en el campo de batalla. La orden de movilización ha provocado que cientos de miles de rusos huyan al extranjero para evitar el reclutamiento, y los que han sido llamados a filas han informado de una flagrante escasez de equipos y suministros clave.
En un raro reconocimiento la semana pasada de que la campaña en Ucrania está llevando más tiempo de lo que había previsto, Putin admitió que concluir su “operación militar especial” podría ser un “proceso largo”. Al mismo tiempo, siguió afirmando que la campaña se desarrollaba según lo previsto y que logrará sus objetivos.
El Kremlin ha amordazado cualquier crítica a su actuación en Ucrania desde el campo liberal antibelicista, cerrando medios de comunicación críticos y criminalizando la difusión de cualquier información que difiera de la visión oficial. Pero se ha enfrentado a una crítica cada vez más ruidosa por parte de los partidarios de la línea dura rusa, que han denunciado al presidente como débil e indeciso y han pedido que se intensifiquen los ataques contra Ucrania.
En medio de una serie de reveses militares en Ucrania, Putin puso fin a otra cita anual, un programa televisado en el que responde a las preguntas del público para alimentar su imagen de padre de la nación.
Putin tampoco ha pronunciado hasta ahora el discurso televisado sobre el estado de la nación ante el Parlamento, un discurso que la Constitución del país le obliga a pronunciar cada año.
El Kremlin no ha fijado una fecha para el discurso de Putin.
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