Los funcionarios rusos reaccionaron con regocijo ante la caída del primer ministro británico Boris Johnson, que dimitió el jueves.
Tras unas 24 horas extraordinarias en la política británica, en las que el primer ministro, plagado de escándalos, tuvo que hacer frente a más de 40 dimisiones ministeriales de su gobierno y a llamamientos generalizados para que se pusiera fin a su mandato, la alegría en Moscú por la caída de Johnson fue incontenible.
El Sr. Johnson dijo a los británicos, en un discurso ante el número 10 de Downing Street, que era “claramente la voluntad del Partido Conservador que hubiera un nuevo líder” y que nadie era “indispensable” en la política.
Su caída fue motivo de celebración en Rusia.
Un importante magnate calificó al líder británico de “payaso estúpido” que recibía su justa recompensa por armar a Ucrania contra Rusia.
El magnate ruso Oleg Deripaska dijo en Telegram que era un “final inglorioso” para un “estúpido payaso” cuya conciencia quedaría manchada por “decenas de miles de vidas en este conflicto sin sentido en Ucrania”.
Las relaciones entre Moscú y Londres están en un punto bajo, tras la invasión rusa de Ucrania, que exacerbó antiguos agravios entre ambos países. Johnson ha sido un firme defensor de Ucrania y ha visitado Kiev en dos ocasiones durante la guerra.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que “no le gustamos, él tampoco nos gusta”, pero su dimisión como primer ministro preocupó poco al Kremlin.
También pidió al Reino Unido que nombrara a “gente más profesional” en su próximo gobierno.
Maria Zakharova, la principal portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, dijo que la caída de Johnson era un síntoma del declive de Occidente, que, según ella, estaba desgarrado por la crisis política, ideológica y económica.
“La moraleja de la historia es: no hay que intentar destruir a Rusia”, dijo Zakharova. “Rusia no puede ser destruida. Puedes romperte los dientes con ella, y luego atragantarte con ellos”.
Incluso antes de que el presidente Vladimir Putin ordenara la invasión de Ucrania, Johnson había criticado en repetidas ocasiones a Putin, calificándolo de jefe del Kremlin despiadado y posiblemente irracional que ponía en peligro al mundo con sus locas ambiciones, pero el partido conservador bajo su liderazgo ha sido criticado por aceptar dinero de oligarcas rusos.
Tras la invasión, Johnson convirtió a Gran Bretaña en uno de los mayores apoyos occidentales a Ucrania, enviando armas, aplicando algunas de las sanciones más severas de la historia moderna a Rusia e instando a Ucrania a derrotar a las vastas fuerzas armadas rusas.
Rusia lo rechazó repetidamente como un bufón mal preparado que intentaba dar un puñetazo más allá del verdadero peso de Gran Bretaña.
Zakharova lo retrató alegremente como el autor de su propia caída.
“Boris Johnson fue alcanzado por un boomerang lanzado por él mismo”, dijo. “Sus compañeros de armas lo entregaron”.
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