Chile votará el domingo para elegir a 50 delegados a un consejo que redactará una nueva Constitución, después de que los votantes rechazaran abrumadoramente el año pasado una propuesta de carta magna que fue ampliamente descrita como una de las más progresistas del mundo.
Es el último paso en un proceso para reemplazar la carta del país de la era de la dictadura que comenzó con protestas masivas en 2019. En su mayor parte, sin embargo, los chilenos parecen estar recibiendo esta última fase con un encogimiento de hombros colectivo.
“Sólo voy a votar porque no quiero pagar la multa”, dijo Patricia Borzone, una arquitecta de 45 años.
Borzone no es la única, ya que las encuestas han demostrado que en este país sudamericano existe una apatía general por el voto, mientras que muchos parecen saber poco acerca de quién está en la papeleta. Encuestas realizadas por Criteria y Cadem a finales de marzo y abril, respectivamente, indicaron que casi el 70% de los encuestados dijeron que tenían poco o ningún interés en la votación del domingo.
La elección del domingo será un paso clave en el esfuerzo por llegar a una nueva propuesta de Constitución, después de que el 62% de los votantes rechazara en septiembre la anterior carta propuesta, que fue la primera del mundo redactada por una convención dividida a partes iguales entre delegados masculinos y femeninos. Los críticos habían afirmado que el documento era demasiado largo, carecía de claridad e iba demasiado lejos en algunas de sus medidas, que incluían caracterizar a Chile como un Estado plurinacional, establecer territorios indígenas autónomos y priorizar el medio ambiente y la paridad de género.
El abrumador rechazo al primer documento es una de las razones por las que ahora hay tanto desinterés en el proceso, porque generó “frustración, descontento y una sensación de desesperanza”, dijo Gonzalo Muller, director del Centro de Políticas Públicas de la Universidad para el Desarrollo.
Además, “ha habido poca movilización política por parte de los candidatos”, que no han hecho mucha campaña “en la calle”, lo que ha llevado a que muchos no conozcan a ninguna de las 351 personas que estarán en la papeleta el domingo, dijo Carmen Le Foulon, que coordina la división de opinión pública del Centro de Estudios Públicos, un think tank local.
Para muchos chilenos, la idea de reescribir la Constitución pasa a un segundo plano frente a temas más cotidianos.
“Los problemas que enfrenta nuestro país en materia de seguridad ciudadana, una profunda crisis migratoria y una crisis económica han llevado a que la urgencia del día a día eclipse el interés por los temas constitucionales”, agregó Muller.
Precisamente por eso, Borzone no está muy entusiasmada con la idea de acudir a las urnas el domingo, ya que duda de que el proceso constitucional garantice mejoras concretas en educación y sanidad, “que son fundamentales”. e igualdad ante la ley.
Los consejeros recibirán el borrador el 6 de junio y tendrán que presentar su versión definitiva en octubre. El documento se someterá de nuevo a plebiscito el 17 de diciembre.
Chile se embarcó en un esfuerzo estrechamente vigilado para reescribir su Constitución después de que el país una vez visto como un dechado de estabilidad en la región estallara en protestas callejeras lideradas por estudiantes en 2019. Los disturbios fueron provocados por un aumento en los precios del transporte público, pero rápidamente se expandieron a demandas más amplias de mayor igualdad y más protecciones sociales.
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El periodista de Associated Press Daniel Politi contribuyó a este despacho desde Buenos Aires, Argentina.
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