Los científicos han creado un ordenador que utiliza algas y que nunca se quedará sin batería.
El avance utiliza una especie de alga azul-verde llamada synechocystis que ha alimentado un microprocesador de forma continua durante un año utilizando sólo luz y agua como combustible.
El sistema tiene aproximadamente el tamaño de una pila AA y utiliza la fotosíntesis para generar una diminuta corriente eléctrica, que interactúa con un electrodo de aluminio y para mantener en funcionamiento un microprocesador Arm Cortex M0+.
“La creciente Internet de los objetos necesita una cantidad cada vez mayor de energía, y creemos que ésta tendrá que provenir de sistemas que puedan generar energía, en lugar de simplemente almacenarla como las baterías”, dijo el profesor Christopher Howe, del Departamento de Bioquímica de la Universidad de Cambridge.
“Nuestro dispositivo fotosintético no se agota como lo hace una batería porque está utilizando continuamente la luz como fuente de energía”.
Aunque el sistema informático se basa en la fotosíntesis, no requiere siempre de la luz para funcionar, y puede seguir produciendo energía incluso cuando está oscuro. Esto se debe a que las algas procesan su alimento incluso en condiciones de oscuridad y, por tanto, siguen generando corriente, según creen los investigadores.
El procesador Arm Cortex M0+ funcionó en condiciones semiexteriores -con luz natural y las correspondientes fluctuaciones de temperatura- y, tras seis meses de alimentación continua, los resultados se presentaron para su publicación en un artículo que ya se ha publicado en la revista revista Energy & Environmental Science.
Este sistema podría utilizarse para alimentar pequeños dispositivos del Internet de las Cosas, un término que engloba la tecnología inteligente que incluye contadores, luces, altavoces y otros aparatos que se conectan a Internet. Se calcula que para 2035 habrá un billón de estos dispositivos.
Los investigadores afirman que es probable que sea más útil en situaciones fuera de la red o en lugares remotos donde es difícil obtener grandes cantidades de energía. Además, utilizar baterías de iones de litio convencionales para estos productos sería poco práctico, ya que se necesitaría tres veces más litio del que se produce en todo el mundo cada año.
“Nos impresionó la constancia con la que el sistema funcionó durante un largo periodo de tiempo; pensábamos que se detendría al cabo de unas semanas, pero siguió funcionando”, afirmó el Dr. Paolo Bombelli, del Departamento de Bioquímica de la Universidad de Cambridge.
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