Wuando Rusia lanzó una invasión a gran escala de Ucrania en febrero, hubo una sensación de conmoción en las capitales occidentales, primero por el descaro de la operación en sí, y poco después, por su brutalidad. Las fuerzas rusas no tardaron en empezar a bombardear zonas civiles en un intento de capturar territorio en el este y noreste del país. En el primer mes, las Naciones Unidas comisión de derechos humanos registró 3.455 muertes de civiles en el país, la mayoría de ellas causadas por bombardeos, artillería pesada, misiles y ataques aéreos.
Vladimir Putin pasó de ser un socio en la escena mundial a un paria a los ojos de los gobiernos europeos. La opinión mundial sobre Rusia se transformó de la noche a la mañana. Pero para muchos sirios, los acontecimientos que se desarrollaban en Ucrania les resultaban muy familiares. Habían visto este tipo de brutalidad antes, en su propio país.
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