Los líderes de Cuba han iniciado una inusual serie de reuniones vecinales en toda la isla para debatir una medida que legalizaría el matrimonio y la adopción entre personas del mismo sexo, una medida que enfrenta a la hija del ex presidente Raúl Castro con un creciente movimiento evangélico.
Las 78.000 reuniones previstas, que comenzaron oficialmente a principios de febrero pero que sólo se están viendo en la práctica, fueron convocadas por el Parlamento cubano para debatir el contenido de una propuesta y recoger los comentarios del público antes de finales de abril. A partir de ahí se elaborará una versión definitiva que se someterá a referéndum público en una fecha aún por determinar.
Aunque no hay debate en las reuniones -los comentarios pueden expresarse por escrito o verbalmente, sin argumentos ni votaciones-, la medida y otras similares anteriores han suscitado un debate inusualmente fuerte en el conjunto de la sociedad.
Aunque los derechos de los homosexuales son la parte más debatida de la propuesta de ley, sus más de 400 artículos abarcan todo tipo de temas relacionados con la familia, como los derechos de los abuelos y los nietos, la protección de los ancianos, el castigo de la violencia de género y la forma en que la ley aborda el matrimonio y la responsabilidad parental.
Daría a los niños derechos gradualmente mayores a medida que crecen.
Una consulta tan amplia sobre la legislación pendiente es rara en Cuba, aunque un proceso similar precedió a la adopción de la nueva constitución del país en 2019.
Alrededor de 200 personas asistieron a una reunión frente a una casa en La Habana presenciada por The Associated Press. Se cantó el Himno Nacional y se desplegó la bandera cubana.
Heidi Sánchez, una asistente de enfermería, dijo que le gustaba el cambio “porque incluye a todos en el mundo: niños, ancianos, personas del mismo sexo.”
“Todos somos seres humanos y cubanos. No veo nada anormal”.
Rosmery Rivera, un ama de casa de 29 años, dijo que estaba básicamente a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo, “siempre y cuando mantengan su privacidad”. Sin embargo, dijo que preferiría no tener vecinos homosexuales, porque “se ve feo”, sobre todo “cuando hay niños”.
Una de las principales defensoras de la medida es Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual y promotora de los derechos de las parejas del mismo sexo, además de ser hija del ex presidente y líder revolucionario.
“Me da mucha esperanza que a pesar de lo difícil y contradictorio que han sido los procesos de transformación social… hayamos llegado a este momento de un código (de familia) tan avanzado, tan revolucionario”, dijo recientemente a la prensa.
Pero más allá del gobierno revolucionario, existe una fuerte corriente de conservadurismo social en Cuba, donde las iglesias evangélicas han ido creciendo.
“Hay aspectos muy peligrosos que van en contra de la familia cubana”, advirtió la Iglesia Metodista en Cuba en un comunicado en el que instó a sus miembros a llevar ese mensaje a sus comunidades.
Además de las cláusulas de igualdad matrimonial, le preocupa que los cambios en el estatus de padres e hijos puedan debilitar a la familia.
Otros grupos religiosos incluso han colocado carteles en defensa de la “familia original” de un hombre y una mujer.
Aunque Cuba fue oficialmente -y a menudo militantemente- atea durante décadas después de la revolución de 1959 liderada por Fidel Castro -hermano de Raúl-, se ha vuelto más tolerante con las religiones en el último cuarto de siglo. Eso ha supuesto una mayor apertura no sólo a la otrora dominante Iglesia católica romana, sino también a las religiones afrocubanas, los protestantes y los musulmanes.
Algunas de esas iglesias aprovecharon la apertura en 2018 y 2019 para hacer campaña contra otro plebiscito que habría reescrito la constitución de forma que permitiera el matrimonio gay.
La oposición fue lo suficientemente fuerte como para que el gobierno de entonces diera marcha atrás.
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