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El único acorazado superviviente de la Primera y Segunda Guerra Mundial ha sido remolcado a un dique seco en Galveston, Texas, para ser sometido a una remodelación de 35 millones de dólares.
Una multitud se alineó el miércoles en el Canal de Navegación de Houston mientras el USS Texas, de 110 años de antigüedad, se dirigía a Galveston para someterse a extensos trabajos de reparación desde su hogar en el suburbio de Houston de La Porte.
Según sus propietarios, el centenario buque será sometido a amplios trabajos de reparación para solucionar las fugas en el casco del barco, que se sabe que requieren que los trabajadores extraigan unos 7.570 litros (2.000 galones) de agua por minuto mientras se mueve.
Una vez finalizados los trabajos de reparación, se espera que se ubique en un nuevo emplazamiento en Texas, donde podrá recibir visitantes a bordo, explicó el presidente de la Fundación Battleship Texas, Tony Gregory, según Associated Press.
El Sr. Gregory dijo que la operación de remolque se desarrolló con más fluidez de lo que esperaba a primera hora de la mañana del miércoles, y que el barco se encuentra ahora en un viaje de nueve horas hacia Galveston.
“Fue más suave de lo que pensábamos y más rápido de lo que pensábamos … y se ha ido, por el canal”, dijo.
Cabe destacar que la operación no está exenta de riesgos. Existe la posibilidad de que el barco museo se hunda en su camino a Galveston si toma demasiada agua.
Los visitantes no han podido visitar el USS Texas, que también se conoce como Battleship Texas, durante los últimos tres años para que el personal se prepare para la operación de traslado y los trabajos de reparación, que fueron aprobados por la legislatura estatal en 2019.
Desde 1948, el barco se encuentra en el sitio histórico del estado donde se libró la batalla decisiva en la Revolución de Texas. Allí, ha servido como museo y atracción turística.
“Es increíble ver un barco de 100 años de antigüedad de nuevo en el agua, moviéndose como lo hizo durante tantos años. Fue emocionante”, dijo a Associated Press la espectadora Tricia Thomas, que vive en Kingwood, un suburbio de Houston, y que vio pasar el buque.
El buque fue llevado previamente al mismo astillero de Galveston para su reparación en 1988.
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