By 
Los festejos públicos que celebran al hijo del líder de Uganda suscitan la preocupación de que aspire a la presidencia, tras años de aparente preparación para suceder a su padre, el presidente Yoweri Museveni, en el poder desde 1986.
En los últimos días se han celebrado en la capital, Kampala, tres actos para conmemorar el 48º cumpleaños del teniente general Muhoozi Kainerugaba, y sus partidarios en otras partes de este país de África oriental han organizado animadas concentraciones que, según ellos, son un homenaje a su futuro presidente.
Al acto más reciente, la ceremonia de acción de gracias del sábado, asistieron cientos de personas, entre ellas altos funcionarios del gobierno y oficiales militares.
Kainerugaba, que comanda las fuerzas de infantería de Uganda, se ha mostrado cada vez más firme en mensajes de Twitter en los que menciona su deseo de gobernar Uganda. Habla de aumentar el presupuesto para deportes en favor de los jóvenes cuando “gane el poder en este país”. Y dice que pronto anunciará su programa político.
“El hecho de que todos los que me maltrataban a diario se vean obligados a tragarse sus palabras por el pueblo es estupendo”, dijo el 2 de mayo, refiriéndose a los recientes mítines en los que multitudes llevaban camisetas con su imagen.
Los partidarios de Kainerugaba dicen que ofrece a Uganda la oportunidad de un traspaso de poder pacífico en un país que no ha tenido uno desde la independencia del dominio colonial británico en 1962. Pero los líderes de la oposición, los críticos y otras personas deseosas de cambio dicen que su ascenso está llevando al país de África Oriental hacia un gobierno hereditario.
Las celebraciones del cumpleaños de Kainerugaba deben considerarse como una presentación formal del “príncipe heredero del trono ugandés”, escribió el crítico Muniini K. Mulera escribió en una columna en el periódico local Daily Monitor. Museveni “ha entrado en su última vuelta de un largo camino hacia la realización de un sueño de cincuenta años para crear un gobierno dinástico”, escribió.
Kainerugaba también se enfrenta al escrutinio legal. Dado que la ley ugandesa prohíbe que un oficial militar en activo se involucre en asuntos partidistas, algunos dicen que Kainerugaba ya ha cruzado la línea. Señalan que otros oficiales del ejército que hablaron de política fueron humillados.
Un abogado ugandés presentó la semana pasada una petición ante el Tribunal Constitucional para que se declare que las actividades políticas de Kainerugaba son ilegales. Esa petición también pretende que Kainerugaba sea procesado por supuesta traición, acusando a sus actividades de desestabilización.
Kainerugaba se alistó en el ejército a finales de la década de 1990, y su ascenso a la cima de las fuerzas armadas ha sido controvertido, ya que los críticos lo califican de “Proyecto Muhoozi” para prepararlo para la presidencia.
Museveni y el propio Kainerugaba han negado la existencia de dicho plan, pero parece que la transición está en marcha ahora que Museveni, de 77 años, cumple el que podría ser su último mandato sin un sucesor reconocible dentro de su gobierno.
Museveni no ha dicho cuándo se retirará. No tiene rivales dentro del partido gobernante, el Movimiento de Resistencia Nacional, razón por la que muchos creen que los militares tendrán voz en la elección de su sucesor.
La mayoría de los héroes de la guerra de la selva que puso fin a años de lucha civil y lanzó a Museveni a la presidencia han muerto o se han retirado del ejército, dejando la autoridad en manos de jóvenes oficiales militares que ven a Kainerugaba como su líder.
Kainerugaba, pilar del aparato de seguridad personal de su padre, es ahora el jefe de facto del ejército, con sus aliados estratégicamente desplegados en puestos de mando en los servicios de seguridad, según los observadores.
Los colaboradores de Kainerugaba lo describen como un militar dedicado que suele evitar las muestras ostentosas de poder y riqueza. Asistió a escuelas militares en Estados Unidos y Gran Bretaña antes de hacerse cargo de una unidad de la guardia presidencial que desde entonces se ha ampliado hasta convertirse en un grupo de élite de las fuerzas especiales.
Kainerugaba, un hombre taciturno, carece del carisma público y del estilo campechano de Museveni, que ha mantenido el poder en parte haciendo tratos con sus rivales políticos e incluso convenciendo a algunos para que sirvan en su gobierno.
A Museveni, aliado de Estados Unidos en materia de seguridad regional, se le suele atribuir el mérito de haber devuelto a Uganda una relativa paz y seguridad. Pero en los últimos años se ha enfrentado a crecientes críticas por los abusos contra los derechos de los partidarios de la oposición.
Bobi Wine, el popular cantante que desafió a Museveni en las elecciones del año pasado, acusa a los agentes de seguridad de Kainerugaba de torturas. Wine, cuyo verdadero nombre es Kyagulanyi Ssentamu, ha instado en repetidas ocasiones a Estados Unidos a que reduzca el apoyo al ejército de Uganda.
Algunos analistas afirman que es poco probable que Museveni se retire del todo, sino que podría utilizar los años que le quedan para allanar el camino aKainerugaba para sucederle.
Las próximas elecciones presidenciales de Uganda están previstas para 2026.
Aunque una presidencia de Kainerugaba no es inevitable, podría crear “una masa crítica de apoyo” entre los soldados y los empresarios para acabar asumiendo el poder, dijo Nicholas Sengoba, analista político afincado en Kampala. Los actos públicos de Kainerugaba, dijo, tienen como objetivo “tantear el terreno” mientras Museveni calibra el apoyo público al gobierno familiar.
“El hijo ayuda al padre a consolidarse”, dijo. “El padre ayuda al hijo ahora porque está al mando”.
___
Esta historia ha sido corregida para mostrar que Museveni tiene 77 años.
Comments