La mayor vía fluvial de Asia, el río Yangtze, se encuentra ahora en niveles bajos récord en medio de una sequía histórica y una ola de calor que bate récords en China, y el país intenta ahora inducir las lluvias con aviones sembradores de nubes.
Los fenómenos meteorológicos extremos inducidos por la crisis climática han afectado al país de dos maneras: la ola de calor ha aumentado la demanda de energía, mientras que la sequía ha afectado a los embalses de energía hidroeléctrica, de los que cerca de la mitad se han visto obligados a dejar de funcionar.
Como consecuencia, amplias zonas del país se enfrentan a una escasez de suministro eléctrico con cortes prolongados y un empeoramiento de los niveles de agua, mientras que en otras zonas se registran fuertes inundaciones.
El Ministerio de Recursos Hídricos señaló el miércoles en un comunicado que la sequía en toda la cuenca del río Yangtze estaba “afectando negativamente a la seguridad del agua potable de la población rural y del ganado, y al crecimiento de los cultivos”.
Para combatir el doble desafío, el país está tratando de inducir artificialmente las lluvias con la siembra de nubes.
Varias regiones a lo largo del Yangtze han disparado cohetes al cielo en los últimos días para “sembrar” las nubes con productos químicos para intentar que produzcan más lluvia, según los medios de comunicación chinos.
La última provincia en intentar modificar artificialmente el tiempo fue Hubei, que anunció el miércoles que utilizaría varillas de yoduro de plata.
En el proceso de siembra de nubes, estas pequeñas varillas de yoduro de plata que se disparan hacia la nube servirían como agente para aumentar la humedad, haciendo más probable su liberación. Estas varillas suelen tener una estructura similar a la del hielo y proporcionan una base para que se formen los copos de nieve.
La siembra de nubes se practica desde hace casi ocho décadas. China tiene el mayor programa de siembra de nubes del mundo y ha utilizado esta técnica en el pasado, incluso durante los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008.
Sin embargo, su eficacia es discutible y el proceso contiene varios factores de riesgo, entre ellos el desconocimiento del impacto a largo plazo en los patrones meteorológicos.
El país, sin embargo, se encuentra actualmente en un estado desesperado por encontrar soluciones, ya que los continuos fenómenos meteorológicos extremos han afectado a millones de personas, además del grave impacto en el sector energético y agrícola, así como en su economía.
La escasez de energía ha hecho que varias fábricas cierren o suspendan sus actividades y que el gobierno emita órdenes para reducir el uso de la electricidad.
Más de 150.000 personas, sólo en la provincia de Hubei, tienen dificultades para acceder al agua potable y miles de hectáreas de cultivos han sido destruidas o dañadas por la prolongada ola de calor y la sequía.
Los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de los últimos años han incluido a China entre los países que pueden verse más afectados por el calentamiento global.
La temperatura del aire en superficie ha aumentado en el último siglo en toda Asia, provocando olas de calor más fuertes, frecuentes y largas. Los datos del gobierno muestran que la ola de calor de China ha durado 64 días, lo que la convierte en la más larga desde que se iniciaron los registros completos en 1961.
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