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El gobernador de Sinaloa, al frente de una región sometida a los cárteles de la droga: “Nosotros nos encargamos

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In las elecciones intermedias de junio de 2021, Rubén Rocha Moya fue elegido gobernador del estado mexicano de Sinaloa, arrebatando el cargo a sus rivales políticos con el 55,8% del total de los votos, según datos del INE (Instituto Nacional Electoral). Ganó con un amplio margen de casi el 25 por ciento, mientras que su oponente más cercano, Mario Zamora, de la coalición del PRI (Partido Revolucionario Institucional), el PRD (Partido de la Revolución Democrática) y el PAN (Partido de Acción Nacional), sólo obtuvo el 31,1 por ciento de los votos.

Rocha Moya gobierna al amparo de Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), el partido que fundó el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en octubre de 2011. Como casi todos los mandatarios estatales morenistas que tomaron el poder el año pasado, Rocha Moya se ha apegado desde el primer día a las reglas, creencias y hasta máximas de AMLO, quien pidió la “lealtad ciega” que el gobernador practica todos los días.

La lucha contra el crimen organizado es el principal tema de la agenda estatal:

“La seguridad es un tema que preocupa a los gobiernos de México e incluso del mundo. Somos seguidores del presidente López Obrador y nuestra estrategia es la suya. Tenemos que darle un sentido de vida a todos los pobres que viven en la marginación, no sólo para que se alimenten, sino para que tengan educación, cultura, deporte y una forma de vivir con dignidad. La gente suele actuar por hambre, por falta de cultura, por falta de atención de las autoridades.”

Convencido de que la política anticrimen de AMLO de “abrazos, no balazos” significa aplicar acciones preventivas para atender las causas que generan la delincuencia, el gobernador asegura que “la asistencia económica y social, las oportunidades de empleo, la generación de lugares de esparcimiento, la cobertura educativa y cultural, y la atención a los problemas de salud, son los abrazos que debe dar el gobierno”.

En administraciones anteriores, los sinaloenses fueron abrazados, pero por el crimen organizado. De acuerdo con cifras de la FGE (Fiscalía General del Estado), sólo en 2021, los municipios que registraron el mayor número de delitos fueron Culiacán, con 10 mil 170; seguido de Ahome, con 5 mil 734; Mazatlán, con 4 mil 725; Guasave, con 2 mil 257, y Navolato, con 824. En los últimos cinco años, los delitos han ido en aumento. Tan sólo en la capital sinaloense se registraron 9 mil 625 delitos en 2017; 9 mil 814 en 2018; en 2019, disminuyó ligeramente a 9 mil 768 delitos; en 2020, tuvo otro ligero descenso con 9 mil 610; pero en 2021, aumentó a 10 mil 170 delitos.

El gobernador asegura que “hay un estigma que vamos a combatir porque no somos un estado violento”. Sinaloa ya no está entre las regiones más conflictivas de la República Mexicana, como lo fue durante el sexenio del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, de 2006 a 2012. Ahora los primeros lugares los ocupan estados como Zacatecas y Guanajuato, que están en disputa entre el Cártel de Sinaloa y el CJNG (Cártel Jalisco Nueva Generación), comandado por Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho.”

Sin embargo, Sinaloa sigue registrando más delitos federales que la Ciudad de México, en su división de “delitos contra la salud”. Tan sólo en 2021, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana registró 20 casos de producción de drogas en Sinaloa, mientras que en la capital del país sólo se registraron dos. En cuanto a los casos de transporte de drogas, se registraron 155 en Sinaloa y 42 en la Ciudad de México. En cuanto a la posesión de drogas, Sinaloa registró 136 casos que incluyen el consumo; mientras que la capital tuvo 57.

¿Es posible gobernar Sinaloa sin pactar con los grupos del crimen organizado?

Rocha Moya: “Por supuesto. Ni nosotros ni el presidente López Obrador tenemos un pacto con el narcotráfico. Atendemos lo que corresponde al Gobierno del Estado, en cuanto a los delitos del fuero común, los que persiguen nuestras instituciones locales. No tenemos necesidad de pactar con nadie. No lo tenemos”.

No tiene acuerdos, dice; pero no se puede ignorar que hay personajes como Ismael “El Mayo” Zambada, que tienen una gran capacidad para operar negocios ilícitos en el estado…

Rocha Moya: “No se puede ignorar lo que sucede en el estado, pero no hay necesidad de tener relaciones, pactos o entendimientos con la delincuencia. Esa no es una de las inclinaciones que tiene mi gobierno”. El mandato de López Obrador y el nuestro coinciden plenamente, pues tenemos que estar alineados con la Estrategia Nacional de Seguridad, es decir, prevenir el delito, atacando las causas que lo generan; y aplicar el uso de la fuerza, para atender la persecución del delito.”

El antecesor de Rocha Moya, Quirino Ordaz Coppel, el ex priístagobernador, terminó su gestión al frente de Sinaloa -según los partidos políticos de la oposición- “beneficiando a los grupos del crimen organizado”, en concreto, a los hijos de Joaquín ” El Chapo” Guzmán, conocidos como “Los Chapitos”; y a Ismael “El Mayo” Zambada, el líder más antiguo del cártel.

Según cifras del gobierno de Sinaloa, los decomisos de marihuana cayeron drásticamente bajo el liderazgo de Ordaz Coppel de 2017 a 2021. Durante su primer año de gestión se incautaron 16 mil 152 dosis de marihuana; seguido de 10 mil 601 en 2018, mil 017 en 2019 y mil 217 en 2020. Hasta el pasado mes de septiembre, sólo se han incautado 234 en 2021.

Los decomisos de metanfetamina durante la administración de Ordaz Coppel siguieron un curso similar. En 2017 aseguraron 29 mil 118 dosis; seguidas de 12 mil 842 en 2018, 2 mil 089 en 2019, 2 mil 140 en 2020 y mil 332 en 2021.

La misma tendencia se dio con la cocaína, ya que en su primer año se incautaron poco más de 13 mil 200 dosis de cocaína y en el último sólo 154.

De seguir este curso, el Cártel de Sinaloa a partir de hoy estaría operando con absoluta libertad e impunidad en la demarcación y, además, ejerciendo la máxima de la “pax narca”: “vive y deja vivir”. Una negociación o “pacto no escrito” que reforzaría la complicidad entre el Estado y sus delincuentes.

El gobernador se lleva la mano a la boca e insiste: “No tenemos pactos con el crimen organizado. Tenemos una mesa de seguridad todos los días, examinamos lo que sucedió el día anterior y, con base en ello, reflexionamos y tratamos de tomar medidas para evitar la mayor incidencia delictiva posible.”

En diciembre de 2021, a pocos meses de asumir el cargo, Rocha Moya fue testigo del poder del Cártel de Sinaloa y de uno de sus líderes en ascenso: Aureliano Guzmán Araujo, alias “El Guanito”, sobrino de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Se produjo cuando se produjo una pelea entre los clientes del bar Casanova, en el bulevar Diego Valadez, frente al hotel Lucerna, a tres kilómetros del Palacio de Gobierno.

Según la policía, una discusión sobre “El Guanito” y los miembros de la célula criminal que comanda llevó a un hombre a blandir una pistola y disparar a otro, hiriéndolo. Los vídeos de vigilancia mostraron que había al menos tres sujetos armados. Agentes de la Policía Estatal y Municipal llegaron al incidente para interceptar a los agresores, pero al verse superados en número y poder, simplemente se retiraron del lugar.

¿Tienen las fuerzas del Estado capacidad para gestionar crisis de seguridad, como la vivida hace unos meses en el bar Casanova?

Rocha Moya: “Nosotros lo manejamos. ¿Quién vino a manejarlo? ¿Vino Inglaterra o Estados Unidos a ayudarnos? Pues no”.

No hubo arrestos ni castigos por este acto violento…

Rocha Moya: “Se hizo un seguimiento, sí; pero no hay ninguna persona física que esté detenida porque se fugó. Sin embargo, se tomaron todas las medidas y evitamos que las cosas pasaran a mayores. Fue un escándalo mediático, pero lo perseguimos, es decir, la Policía Estatal y la Policía Municipal. Sí, hay capacidad para estas operaciones, hay capacidad de respuesta”.

Cuando se les pidió información sobre el tiroteo, tanto la dirección como el personal del bar Casanova se mantuvieron callados por miedo a las represalias de las autoridades y de los grupos criminales de la zona.

Por su parte, Rocha Moya asegura que su gobierno se coordina con todas las entidades policiales estatales y federales. Sin embargo, después del tiroteo en el bar Casanova y, meses antes, tras el llamado “Culiacanazo”, se asumió que la actuación de la justicia en México apela más a la presión política de Estados Unidos que a la propia inteligencia del país.

Recientemente, la DEA (Agencia Antidrogas de Estados Unidos) aumentó la recompensa a 5 millones de dólares para quien proporcione información que conduzca a la captura de los hijos de “El Chapo” Guzmán. En este sentido, ¿el Gobierno de Sinaloa colabora con las agencias federales o internacionales para lograr la aprehensión de los presuntos sospechosos?

Rocha Moya: “No, no es nuestra responsabilidad. Es competencia federal”.

¿Y ustedes, como gobierno estatal, no apoyan al gobierno federal?

Rocha Moya: “Sí, apoyamos, si el gobierno federal nos invita. Aunque, muchas veces el gobierno federal actúa y, por temor a que los estados filtren información, no solicitan ayuda.”

¿Tienen algún plan para detener a Ismael “El Mayo” Zambada, a los hijos de “El Chapo” Guzmán o a algún miembro clave del Cártel de Sinaloa?

Rocha Moya: “Por ahora no tenemos un plan para el caso”.

La cámara deja de grabar y Rocha Moya coge un ejemplar del periódico local Ríodoce, uno de los más críticos con el gobierno estatal. Un titular de la portada destaca como una sentencia condenatoria para los sinaloenses: “Vendrán por los capos y el problema seguirá”.

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