El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no logró encontrar los votos suficientes a última hora del domingo para aprobar una reforma constitucional que limita las empresas privadas y extranjeras en la industria de la energía eléctrica.
Las reformas habrían deshecho gran parte de la apertura del mercado en la generación de energía llevada a cabo por su predecesor en 2013, pero también han despertado la preocupación de funcionarios y empresas estadounidenses.
La cámara baja del Congreso votó 275 a 223 a favor de la medida, pero eso estuvo muy lejos de los 333 votos necesarios para los cambios constitucionales.
La votación marcó uno de los pocos reveses legislativos que López Obrador ha sufrido desde que asumió el cargo a finales de 2018. Pero ha prometido presentar por separado un proyecto de ley que nacionalizaría la minería del litio.
La reforma buscaba limitar las plantas de energía renovable construidas en el extranjero y garantizar que al menos el 54% de la electricidad se comprara a plantas generadoras propiedad del gobierno, que son más sucias. Las empresas privadas y extranjeras, que han construido centrales eólicas y de gas, habrían podido quedarse con hasta el 46% del mercado.
El debate comenzó con la presencia de casi todos los 500 diputados. El partido gobernante y sus aliados necesitan una mayoría de dos tercios para aprobar la reforma constitucional.
Algunos legisladores progubernamentales corearon “Traidores″ a la oposición, que se opone a la reforma. Los legisladores de la oposición gritaron: ”No se hará”.
Dado el ambiente, el partido Morena de López Obrador no logró ganar un número significativo de legisladores de la oposición.
Los críticos dijeron que la reforma perjudicaría a los inversores y su confianza en México. Las empresas podrían haber solicitado medidas cautelares en los tribunales, y el gobierno de EE.UU. podría haberse quejado en el marco de un acuerdo de libre comercio y luego poner aranceles compensatorios a los productos mexicanos.
Los legisladores progubernamentales ya han aprobado una ley que otorga a la empresa estatal más discreción a la hora de decidir qué electricidad comprar, pero sigue estancada por las impugnaciones de los tribunales.
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