Como muchos de los 7 millones de venezolanos que han abandonado su patria en los últimos años, cuando Dinorah Figuera dejó atrás a su familia y su carrera médica en 2018 se vio obligada a aceptar comidas de organizaciones benéficas locales y a saltar de un piso compartido de bajo coste a otro al llegar a España.
Hoy en día, todavía se apura para llegar a fin de mes trabajando como cuidadora a domicilio de una anciana diabética en la ciudad portuaria de Valencia.
Pero ahora, a sus 61 años, tiene una responsabilidad aún mayor: liderar desde el exilio a la oposición venezolana en la lucha, aparentemente imposible, por desbancar al presidente Nicolás Maduro como nuevo jefe de la Asamblea Nacional elegida en 2015.
La selección de Figuera este mes como parte de un equipo de liderazgo compuesto exclusivamente por mujeres y ex legisladoras fue celebrada inicialmente como un reconocimiento tardío del papel clave que mujeres como ella han desempeñado en la lucha de dos décadas contra la administración socialista de Venezuela.
El tiro podría salir por la culata. Para la mayoría de los observadores, Figuera sólo ha conseguido arrebatar parte del protagonismo a los hombres que dominan la oposición respaldada por Estados Unidos debido a una desagradable disputa interna que la ha desacreditado a los ojos de millones de venezolanos que hacen lo que pueden para evitar unirse al éxodo masivo del país.
“Esto puede terminar siendo un cuchillo de doble filo si no hacemos las cosas bien”, dijo Figuera en una entrevista el jueves en un parque mientras interrumpía una apretada agenda de llamadas telefónicas con políticos de la oposición que la buscaban por primera vez. “Pero vamos a correr ese riesgo, con todas las consecuencias posibles, porque los venezolanos merecemos un cambio”.
Figuera surgió como una improbable agente de poder después de que su partido liderara este mes un putsch para desbancar al asediado Juan Guaidó de su papel como “presidente interino.” Fue un título que reclamó en 2019 como jefe de la Asamblea Nacional cuando a varios opositores importantes se les prohibió postularse contra Maduro en las elecciones presidenciales. Aunque el mandato de cinco años de la asamblea terminó a finales de 2020, todavía funciona como una sombra simbólica de la legislatura de Maduro y es ampliamente considerada como la última institución democráticamente elegida de Venezuela.
Los mismos incondicionales de la oposición eligieron a Figuera para sustituir a Guaidó en una sesión parlamentaria celebrada a través de Zoom porque muchos habían huido de Venezuela en los últimos años. Pero en un giro, el llamado gobierno interino se disolvió oficialmente, rebajando así la influencia de Figuera.
Aunque la difícil situación de Figuera es similar a la de muchos emigrantes venezolanos, las circunstancias de su partida son únicas.
En octubre de 2018, su íntimo amigo Fernando Albán -padrino de su hija- murió tras caer desde el décimo piso de un edificio perteneciente a los servicios de inteligencia de Maduro. Fue calificado de suicidio por el gobierno de Maduro. Figuera tuvo que huir rápidamente cuando empezó a recibir amenazas por denunciar que su compañero de militancia había sido asesinado bajo custodia.
“No tuve tiempo de despedirme de mi familia”, recuerda.
En España le conceden asilo. Madre soltera, estuvo un tiempo separada de su hija y lloró desde el extranjero el fallecimiento de su madre y sus dos hermanos – su formación de cirujana y epidemióloga no le sirvió de nada a miles de kilómetros de distancia. Hoy, más asentada, envía dinero a sus seres queridos desde un trabajo para el que está muy sobrecualificada, pero que agradece tener.
“Siento que formo parte de la familia”, dice Figuera de su empleadora española, la hija de la anciana a la que cuida. “Siempre dice que nadie se cree que la mujer que cuida a mi madre sea la presidenta de la Asamblea Nacional de Venezuela”.
Aunque no es muy conocida en Venezuela, Figuera ha participado activamente en política desde su adolescencia, centrándose en ayudar a los vecinos del barrio obrero de Caracas donde creció. Tras tomarse un receso de dos años para someterse a un tratamiento contra la leucemia, fue elegida diputada en 2010 y de nuevo en 2015 por el partido Primero Justicia.
Su principal tarea como jefa de la futura legislatura es volver a conectar con los votantes desilusionados y unir a la oposición a un año de las elecciones. Es un reto difícil con tantos activistas como ella en el exilio y el control casi total de todas las instituciones por parte de Maduro. Horas después de su nombramiento, el fiscal general de Maduro anunció órdenes para su arresto.
Figuera cree que la oposición necesita una postura más modesta para volver a centrar la atención de los venezolanos en laLa corrupción del gobierno de Maduro, los abusos contra los derechos humanos y la mala gestión de una economía petrolera otrora próspera, golpeada hoy por una elevada inflación, una pobreza galopante y una escasez generalizada.
“Estamos en una encrucijada en la que hay que rectificar”, dijo, sin dar detalles concretos. “Y eso significa abandonar algunas posiciones que nos han debilitado”.
Pero la propia historia de la oposición de extralimitaciones, errores estratégicos y lucha de egos también son un peligro. Guaidó y sus aliados consideran que su destitución fue inconstitucional. Incluso algunas compañeras políticas ven su nombramiento como un intento desesperado de mejorar la desgastada imagen de la oposición.
“No tengo nada que celebrar como mujer”, dijo Adriana Pichardo, ex legisladora del partido de Guaidó.
Sin duda, la política venezolana se ha caracterizado durante mucho tiempo por una fuerte dosis de machismo, del que la oposición no es inmune. Todos los comisionados de Guaidó, que funcionaban como ministros en la sombra, eran hombres y sólo dos de los nueve miembros del equipo opositor que negocia en México con el gobierno de Maduro son mujeres.
“Las mujeres están donde no está el poder”, dijo Natalia Brandler, directora de CAUCE, un grupo sin fines de lucro con sede en Caracas que capacita a mujeres líderes políticas.
Irónicamente, gran parte del empoderamiento femenino dentro de la oposición es resultado de las políticas aplicadas por Maduro. Las elecciones parlamentarias de 2015 fueron las primeras celebradas en Venezuela en las que se exigió la paridad de género para corregir antiguos desequilibrios que habían llevado a que hasta el 91% de los alcaldes locales fueran hombres. La mayoría de las vacantes para candidatas mujeres se encontraban en bastiones progubernamentales como el estado central de Aragua, que Figuera representa. Cuando la oposición ganó los comicios de forma aplastante, varias mujeres hasta entonces desconocidas se impusieron por sorpresa.
Figuera, que ha sido excluida de tantas reuniones a puerta cerrada de los jefes masculinos del partido, espera convertir su discreto toque en una fuerza que ayude a la oposición a recuperar parte de su credibilidad perdida.
“Soy una mujer de educación modesta que ha trabajado duro y ha ganado elecciones”, dijo, reflexionando sobre su improbable ascenso. “Tengo la experiencia de la resistencia y tengo la experiencia de tomar decisiones indeclinables”.
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Goodman informó desde Miami. La periodista de Associated Press Camille Rodríguez Montilla en Caracas, Venezuela, contribuyó a este despacho.
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