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Se abren las urnas en Brasil, donde Jair Bolsonaro busca la reelección frente a su rival de izquierdas y ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en una contienda muy disputada.
Los brasileños han hecho cola en los colegios electorales de todo el país, así como en muchos países del mundo -incluido el Reino Unido-, para votar por el próximo presidente.
Se espera que al menos 120 millones de brasileños emitan sus votos en las elecciones que podrían dar como resultado que el izquierdista da Silva -también conocido como Lula- regrese al timón, o que el ultraderechista Bolsonaro permanezca en el cargo durante otros cuatro años.
Hay otros nueve candidatos en la carrera, pero da Silva y Bolsonaro han surgido como los claros favoritos.
Los sondeos de opinión sugieren hasta ahora que el ex obrero metalúrgico y líder sindical da Silva, de 76 años, podría remontar.
Tiene una ventaja de 14 puntos en la última encuesta de Datafolha publicada el sábado. El sondeo, realizado entre 12.800 personas, sugiere que podría obtener el 50% de los votos, frente al 36% previsto para Bolsonaro.
Si consigue más del 50% de los votos válidos, da Silva podría ganar las elecciones sin necesidad de una nueva ronda de votaciones el 30 de octubre.
En 2018, cuando Bolsonaro fue elegido, Da Silva no pudo presentarse a pesar de que las encuestas indicaban que podría haber ganado.
Da Silva fue inhabilitado para presentarse por una condena por corrupción y lavado de dinero, por la que fue condenado a 12 años de prisión. Cumplió 19 meses antes de que la condena fuera anulada por el Tribunal Supremo por considerar que el juez había actuado en connivencia con los fiscales.
Tras depositar su voto en Sao Bernardo do Campo, el centro de producción del estado de Sao Paulo donde era dirigente sindical, da Silva recordó que hace cuatro años estaba en la cárcel y no podía votar.
Dijo a los periodistas: “Quiero intentar que el país vuelva a la normalidad, intentar que este país vuelva a cuidar de su gente”.
Cuando fue presidente entre 2003 y 2010, sus políticas económicas impulsaron los ingresos de muchos brasileños pobres y llevaron a la ONU a retirar a Brasil de su Mapa del Hambre en 2014.
Bolsonaro -un militar retirado- ha sido criticado por su gestión de la pandemia de Covid, el empeoramiento de la pobreza y la deforestación más intensa de la selva amazónica en 15 años.
La campaña de Bolsonaro ha intentado centrar a las comunidades pobres de Brasil en los pagos de asistencia social que su gobierno ha realizado durante y después de la pandemia.
Pero el candidato antibienestarista las había implementado únicamente para aumentar sus índices de audiencia, según los informes.
Durante su gobierno, 33 millones de brasileños pasaron hambre en los seis meses hasta abril de este año, según un estudio de varias organizaciones benéficas, entre ellas Oxfam.
Agatha de Carvalho, de 24 años, dijo que llegó al colegio electoral de su localidad, en el barrio popular de Rocinha, en Río de Janeiro, y se encontró con un centenar de personas haciendo cola antes de que abriera.
Dijo que votaría por da Silva y calificó a Bolsonaro de “horrible”.
La Sra. de Carvalho también dijo: “Mucha gente murió por su culpa durante la pandemia. Si no hubiera hecho algunas de las cosas que hizo, algunas de esas muertes podrían haberse evitado.”
Marialva Santos Pereira, de 47 años, dijo que votaría por da Silva por primera vez desde 2002.
“No me gustaron los escándalos de su primer gobierno, no volví a votar al Partido de los Trabajadores. Ahora lo haré, porque creo que fue encarcelado injustamente y porque Bolsonaro es un presidente tan malo que hace que todos los demás parezcan mejores.”
Los partidarios de Bolsonaro lo respaldan por sus políticas e ideas que creen que defienden los valores tradicionales y van en contra de lo políticamente correcto.
Luiz Garcez, de 49 años, en la ciudad sureña de Curitiba, dijo que la presidencia de Bolsonaro ha estado “entre las mejores de la historia” porque “construyó mucho y ayudó al país.”
El sábado, Bolsonaro compartió publicaciones en las redes sociales de políticos extranjeros de tendencia derechista, como el expresidente de Estados Unidos Donald Trump, que pidió a los brasileños que votaran por él, el ex primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu y el líder húngaro Viktor Orban.
Después de votar el domingo por la mañana, Bolsonaro dijo a los periodistas que “las elecciones limpias deben ser respetadas” y que la primera ronda sería decisiva. Cuando se le preguntó si respetaría los resultados, hizo un gesto con el pulgar hacia arriba y se marchó.
Los colegios electorales se cierran a las 20:00 horas GMT (17:00 horas en Brasilia y 16:00 horas EDT). Como las votaciones son electrónicas, los resultados preliminares suelen publicarse en cuestión de minutos y el resultado final se anuncia a las pocas horasmás tarde.
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