El Sol está mostrando enormes manchas en su superficie, junto a otras estructuras.
Un día de estos, las estructuras -filamentos magnéticos que se extienden a lo largo de la superficie- podrían arrojar hacia la Tierra restos que llegarían en forma de erupción solar.
Asimismo, se ha detectado una creciente y gran mancha solar en la superficie del Sol, que también podría arrojar material que afectaría a la vida en la Tierra.
Pero hasta ahora parecen comportarse, y no hay indicios inminentes de que las regiones del Sol se conviertan en erupciones solares.
Algunos informes han indicado que las manchas solares son “amenazantes” y que podrían causar apagones en la Tierra.
Si las manchas solares entraran en erupción en forma de bengalas, entonces sí que podrían afectar a los satélites, al GPS y a las redes eléctricas al chocar con la Tierra.
Además, están orientadas hacia la Tierra, lo que aumenta la amenaza de cualquier erupción.
La única mancha solar enorme ha sido bautizada como AR3055, que tiene más de 100.000 kilómetros de diámetro. Aparecen como trozos oscuros en el Sol – mostrándose así porque son relativamente frías, aunque por supuesto siguen siendo de hecho intensamente calientes.
No está claro cómo crecieron esas regiones activas en el Sol, y si han aparecido por primera vez o han crecido a partir de una mancha existente y más pequeña.
Las condiciones meteorológicas espaciales por ahora son totalmente tranquilas. El Centro de Predicción del Clima Espacial de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos indica que no se ha observado ningún fenómeno meteorológico espacial notable.
La única fluctuación meteorológica espacial que ha rastreado es una tormenta geomagnética relativamente pequeña, que clasifica como menor. En tales condiciones, puede haber débiles fluctuaciones en la red eléctrica, pequeños impactos en el funcionamiento de los satélites, y pueden afectar a los animales migratorios y provocar auroras boreales.
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