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Una extraña cápsula que se cree que es parte de una nave de SpaceX se ha estrellado en tierras de cultivo en Australia.
El equipo fue encontrado esparcido por algunos potreros a las 7 de la mañana del sábado cuando aterrizó en la propiedad del criador de ovejas Mick Miners. El Sr. Miners llamó a su vecino Jock Wallace, quien solicitó orientación a la autoridad de aviación civil de Australia, pero ésta le dijo que se pusiera en contacto con la Nasa.
“Soy un granjero de Dalgety, ¿qué voy a decir a la NASA?” dijo el Sr. Wallace ABC.
Se cree que los restos de carbono y aluminio proceden de una cápsula que cayó a la Tierra en mayo. Es probable que procedan del tronco no presurizado de la tripulación de la nave, que se desplaza a unos 25.000 kilómetros por hora.
Con casi tres metros de altura, es posiblemente el mayor trozo de escombro documentado en Australia desde que se estrelló un trozo de la estación Skylab de la NASA en 1979.
“En las fotografías de los restos se puede ver claramente la carbonización, que se espera de la reentrada”, dijo el astrofísico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Australia, Brad Tucker. “Es muy raro de ver, porque no suelen aterrizar en tierra, sino en el océano”.
Continuó: “La gente suele pensar que encuentra pequeños trozos de basura espacial, pero se quemarían en la reentrada, por lo que es más probable que sean trozos grandes como este”.
Los investigadores creen que hay una posibilidad significativa de que alguien muera por la caída de un cohete en la Tierra en la próxima década.
Una nueva evaluación del peligro que suponen para la vida humana los cohetes fuera de control dice que hay una probabilidad aproximada del 10% de que se produzca una o más víctimas en los próximos 10 años.
El riesgo de que se produzcan estas muertes es más probable en el sur del mundo -como Yakarta, Dhaka y Lagos- que en Nueva York, Pekín o Moscú. Dicho esto, en 2020, un cohete Long March-5B estuvo a 13 minutos de impactar en la ciudad de Nueva York.
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