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La Cámara de Representantes se dispone a votar el viernes para reactivar la prohibición de las armas semiautomáticas, la primera votación de este tipo en años y una respuesta directa a las armas de fuego utilizadas a menudo en la avalancha de tiroteos masivos que asolan las comunidades de todo el país.
Las armas de fuego de alta potencia, antes prohibidas en EE.UU., son ahora ampliamente señaladas como el arma elegida por los jóvenes responsables de muchos de los tiroteos masivos más devastadores. Pero el Congreso permitió que las restricciones establecidas por primera vez en 1994 expiraran una década después, incapaz de reunir el apoyo político necesario para contrarrestar el poderoso lobby de las armas y restablecer la prohibición de las mismas.
La presidenta Nancy Pelosi impulsó la votación para su aprobación en la Cámara de Representantes, gobernada por los demócratas, diciendo que la anterior prohibición “salvó vidas”.
La legislación de la Cámara es rechazada por los republicanos, que la descartan como una estrategia de año electoral de los demócratas. Es probable que se estanque en el Senado, que está dividido al 50%.
El proyecto de ley llega en un momento en el que se intensifica la preocupación por la violencia con armas de fuego y los tiroteos: el tiroteo en un supermercado de Buffalo (Nueva York), la masacre de escolares en Uvalde (Texas) y el tiroteo del 4 de julio contra juerguistas en Highland Park (Illinois).
Los votantes parecen tomarse en serio este tipo de votaciones, ya que el Congreso está dividido en función de los partidos y los legisladores se ven obligados a exponer sus puntos de vista. Una reciente votación para proteger los matrimonios del mismo sexo de posibles desafíos legales del Tribunal Supremo obtuvo un sorprendente apoyo bipartidista.
El presidente Joe Biden, que contribuyó a la aprobación de la primera prohibición de armas como senador en 1994, alentó la aprobación y prometió firmar el proyecto de ley si llegaba a su mesa. En una declaración antes de la votación, su administración dijo que “sabemos que una prohibición de las armas de asalto y de los cargadores de gran capacidad salvará vidas.”
El gobierno de Biden dijo que durante 10 años, mientras la prohibición estuvo en vigor, los tiroteos masivos disminuyeron. “Cuando la prohibición expiró en 2004, los tiroteos masivos se triplicaron”, dijo el comunicado.
El Congreso aprobó un modesto paquete de prevención de la violencia con armas de fuego el mes pasado, tras el trágico tiroteo de 19 escolares y dos profesores en Uvalde. Ese proyecto de ley bipartidista fue el primero de su tipo después de años de esfuerzos fallidos para enfrentar al lobby de las armas, incluso después de una tragedia masiva similar en 2012 en la escuela primaria Sandy Hook en Newtown, Connecticut.
Esa ley prevé la ampliación de las comprobaciones de antecedentes de los jóvenes adultos que compran armas de fuego, permitiendo a las autoridades acceder a determinados registros de menores. También cierra la llamada “laguna legal del novio” al negar la compra de armas a los condenados por abuso doméstico fuera de los matrimonios.
La nueva ley también libera fondos federales para los estados, incluso para las leyes de “bandera roja” que permiten a las autoridades retirar las armas a quienes podrían dañarse a sí mismos o a otros.
Pero incluso este modesto esfuerzo por frenar la violencia con armas de fuego se produce en un momento de gran incertidumbre en Estados Unidos sobre las restricciones a las armas de fuego, ya que el Tribunal Supremo, más conservador, está abordando los derechos de las armas y otras cuestiones.
Biden firmó la medida dos días después del fallo del Tribunal Supremo que anuló una ley de Nueva York que restringía la capacidad de las personas para llevar armas ocultas.
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