Te repartieron rosas blancas en el lugar donde estalló la bomba. El 14 de febrero de 2005, el ex primer ministro Rafik Hariri fue asesinado allí y el cráter de la bomba de 6 metros ha permanecido desde entonces como una cicatriz en la superficie de la historia de Beirut. Pero ayer, cuando los libaneses se enteraron de que sí habrá un tribunal de la ONU para condenar a sus asesinos, el cráter -del que las pruebas vitales fueron retiradas por los amigos de Siria en los servicios de seguridad- fue rellenado y la carretera reasfaltada y las flores entregadas a los automovilistas por jóvenes con camisetas con el retrato de Hariri.
En la foto aparecía sonriendo. Pero, ¿habría tenido mucho que celebrar ayer? Es cierto que el Consejo de Seguridad de la ONU invocó el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas para crear un tribunal internacional especial para juzgar a los sospechosos del asesinato de Hariri, pero el mero hecho de que el gobierno libanés no pudiera solicitar formalmente el tribunal dice mucho de su propia impotencia.
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