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No, insiste Patrisse Cullors, ex líder de la Fundación Red Global Black Lives Matter: A pesar de las acusaciones de incorrecciones financieras, ni ella ni nadie en la dirección hizo un mal uso de millones de dólares en donaciones.
Sin embargo, en una entrevista con The Associated Press, Cullors reconoció que BLM estaba mal preparada para gestionar una oleada de contribuciones tras las protestas por la muerte de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis en 2020. Ella y otras personas ofrecieron una visión de los dolores de crecimiento de una organización que pasó de ser una idea a una marca global, casi en un instante.
“Sobre el papel, parece una locura”, dijo. “Usamos mucho este término en nuestro movimiento, que es que estamos construyendo el avión mientras lo volamos. Yo ya no creo en eso. Lo único que lamento de BLM es haber deseado que pudiéramos hacer una pausa de uno o dos años, para no hacer ninguna obra y centrarnos en la infraestructura.”
Las recientes revelaciones de que la fundación había pagado 6 millones de dólares por un complejo en Los Ángeles en 2020 desataron un torrente de críticas y charlas en las redes sociales. La propiedad en Studio City -que incluye una casa con seis dormitorios y baños, una piscina, un escenario de sonido y espacio de oficina- está destinada a ser tanto un lugar de reunión como un campus para artistas negros.
Algunas críticas provienen de partidarios de BLM, como Justin Hansford, director del Centro de Derechos Civiles Thurgood Marshall de la Universidad de Howard. Dijo que la compra de la propiedad podría ser utilizada como arma por los opositores al movimiento, lo que llevaría a posibles donantes a alejarse de las organizaciones de justicia social dirigidas por negros: “Eso es lo que no quieres que se te vaya de las manos”.
Cullors defendió la compra. “Realmente queríamos asegurarnos de que la fundación de la red global tuviera un activo que no fuera sólo recursos financieros”, dijo, “y entendimos que no muchas organizaciones dirigidas por negros tienen propiedades”.
Cullors dijo que había cometido errores e incluso algunas decisiones lamentables que no han fomentado la confianza. Reconoció que había utilizado la propiedad de BLM en dos ocasiones para fines personales.
Pero la autora de best-sellers y artista de 38 años negó airadamente y con rotundidad las acusaciones de que se había beneficiado personalmente en los seis años que dirigió la fundación BLM, incluidas las informaciones de los medios de comunicación de que había comprado casas para ella y miembros de su familia.
“La idea de que (la fundación) recibió millones de dólares y luego yo escondí esos dólares en mi cuenta bancaria es absolutamente falsa”, dijo. “Esa es una narrativa falsa. Me ha impactado personal y profesionalmente, que la gente me acuse de robar a los negros.”
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BLM apareció por primera vez como hashtag en Twitter tras la absolución en 2013 de George Zimmerman, el voluntario de vigilancia vecinal que mató a Trayvon Martin, de 17 años, en Florida. Junto con los cofundadores de BLM, Alicia Garza y Ayọ Tometi, Cullors se comprometió a construir un movimiento descentralizado gobernado por consenso. A medida que crecían las donaciones y el apoyo, una serie de secciones locales de BLM se transformaron en una organización sin ánimo de lucro.
Las protestas de BLM en el verano posterior a la muerte de Floyd en mayo de 2020 se convirtieron en la mayor movilización de un movimiento en la historia de Estados Unidos. Cullors dijo que se convirtió en la directora ejecutiva a tiempo completo de la fundación ese año, encargada de garantizar que tuviera la infraestructura organizativa para manejar la afluencia masiva de donaciones y que utilizara los recursos para promover su misión.
Hace poco más de un año, la fundación anunció una recaudación de 90 millones de dólares. Ese anuncio suscitó duras críticas sobre el acceso a los fondos de los donantes, así como peticiones más amplias de apertura por parte de los activistas de varias secciones locales de BLM y de las familias de las víctimas de la brutalidad policial que se habían unido al movimiento.
Cullors reconoció que la falta de transparencia sobre el patronato y el personal de la fundación hizo que se percibiera que las cosas estaban mal. Y cuando la organización fue transparente -revelando que había recaudado millones- la reacción no fue la que ella esperaba.
“Pensé que practicar la transparencia radical con los negros habría sido bien recibido”, dijo. “Lo que no sirvió de nada al darlo a conocer fue no conseguir que suficientes personas se aliaran con nosotros al respecto. No fuimos la única organización que recibió millones de dólares”.
Entonces, Cullors dimitió como directora de la fundación para trabajar en proyectos personales, una salida que estaba planeada desde hacía tiempo y que no estaba relacionada con ninguna supuesta incorrección, según dijo.
En el año transcurrido desde su dimisión, la fundación aún no ha contratado a nuevos dirigentes ni ha discutido públicamente los planes para el dinero que aún queda en sus arcas. Sólo a principios de este mes laLa fundación anunció una nueva junta directiva que, según sus responsables, crecerá en los próximos meses.
En una entrevista telefónica, Shalomyah Bowers, miembro de la junta directiva de la fundación BLM que también ha trabajado para la fundación desde 2020, dijo que la organización se sometió recientemente a una auditoría financiera independiente. Junto con la esperada publicación en mayo de su última presentación 990, la auditoría mostrará que “no ha ocurrido nada impermisible o nefasto” con las finanzas de BLM, dijo Bowers.
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Cullors no es ni mucho menos la única activista negra que resiste a las preguntas sobre su dinero, sus motivaciones y su liderazgo. Los veteranos de la lucha por los derechos civiles suelen hablar de ataques, tanto desde dentro como desde fuera del movimiento, destinados a desacreditar o detener el cambio social.
Pero no se pueden desestimar las cuestiones legítimas de responsabilidad, dijo Garza, el cofundador de BLM que no participó en la organización de BLM después de 2015.
“Creo que es importante ser transparente sobre lo que realmente está sucediendo”, dijo Garza. “Y mi evaluación es que debido a que hubo una falta de respuesta (a las preguntas del público), específicamente de la fundación de la red global, permitió que la gente llenara los espacios en blanco.”
Y añadió: “Si hay incorrecciones (en la fundación), deberíamos hablar de ello. No creo que debamos barrerlo bajo la alfombra, pero no lo hemos establecido.”
Cullors sabe que dio una oportunidad a los críticos cuando emitió un comunicado en el que negaba las insinuaciones de que hubiera vivido en la propiedad de Studio City o que se hubiera aprovechado de ella en beneficio propio. Más tarde reconoció a la AP que, durante una estancia de cuatro días en la propiedad, había utilizado el complejo para fines que no eran estrictamente de negocios.
Dijo que en enero de 2021 organizó una pequeña fiesta para celebrar la toma de posesión de Joe Biden y Kamala Harris. Y en marzo de 2021, celebró una fiesta de cumpleaños privada para su hijo en la propiedad, por la que Cullors dijo que tenía la intención de pagar una cuota de alquiler a la fundación.
“Miro hacia atrás y pienso que probablemente no fue la mejor idea”, dijo.
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