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La ex princesa de Japón consigue su primer trabajo en Estados Unidos como voluntaria en un museo tras renunciar a la corona por amor

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La ex princesa japonesa Mako Komuro, que perdió su condición de realeza el año pasado tras casarse con el plebeyo Kei Komuro, trabaja al parecer en el Museo Metropolitano de Arte Moderno de Nueva York.

La princesa, de 30 años, se casó con el Sr. Komuro en un registro civil de Tokio el 26 de octubre. Renunció a las costumbres habituales de una boda real y rechazó un pago de 140 millones de yenes (890.000 libras) al que tenía derecho como mujer real que abandona la familia imperial.

La Sra. Komuro no forma parte del personal de la Met y sólo es voluntaria, según The Japan Times.

Ha trabajado en una exposición de pinturas de pergaminos colgantes inspiradas en la vida de Ippen (1239-1289), un monje que viajó por Japón durante el periodo Kamakura (1192-1333) introduciendo el budismo a las masas cantando oraciones mientras bailaba.

Al parecer, la ex princesa está aprovechando su formación en historia del arte para realizar labores de comisariado en el museo.

Es licenciada en arte y patrimonio cultural por la Universidad Cristiana Internacional de Tokio. También estudió historia del arte en la Universidad de Edimburgo y tiene un máster en estudios de museos y galerías de arte por la Universidad de Leicester.

También trabajó como investigadora especial en el museo de la Universidad de Tokio, mientras era real.

Tras su matrimonio, la pareja se trasladó a Estados Unidos para vivir en Nueva York, donde el Sr. Komuro trabaja como abogado. En noviembre, pocos días después de su boda, algunos informes afirmaban que el Sr. Komuro había suspendido su examen estatal de abogacía.

La pareja, que tiene la misma edad, se conoció en 2012 como estudiantes en la Universidad Cristiana Internacional de Tokio.

Cuando anunciaron por primera vez su compromiso en 2017, la princesa y Komuro fueron retratados como una pareja perfecta. Sin embargo, el ambiente cambió tras un escándalo financiero y la pareja se encontró en el ojo de la tormenta mediática.

La princesa fue diagnosticada con un trastorno de estrés postraumático como resultado de la exhaustiva cobertura mediática de su vida y su relación durante estos años.

Tras su boda, defendió su elección en una rueda de prensa y dijo: “Siento mucho las molestias causadas y agradezco a quienes… han seguido apoyándome. Para mí, Kei es insustituible: el matrimonio fue una elección necesaria para nosotros”.

Es la hija mayor del príncipe heredero Fumihito y la sobrina del emperador reinante Naruhito.

La ley japonesa establece que los miembros femeninos de la familia imperial deben renunciar a su estatus real al casarse con un “plebeyo”; los miembros masculinos, en cambio, pueden mantener su estatus real.

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