Un motor de un cohete ruso explotó en órbita a principios de este mes, según ha confirmado la Fuerza Espacial estadounidense.
La explosión y posterior desintegración del SL-12 R/B (#32398, 2007-065F), como la Fuerza Espacial enumeró el objeto, generó 16 nuevas piezas de basura espacial que la Fuerza Espacial está rastreando ahora.
A diferencia del uso intencionado por parte de Rusia de un misil antisatélite para destruir un antiguo satélite espacial soviético en noviembre, la explosión del motor del cohete el 15 de abril no fue intencionada.
La prueba del misil generó una nube de desechos que amenazó temporalmente a la Estación Espacial Internacional y obligó a los astronautas y cosmonautas rusos a refugiarse en naves espaciales acopladas a la estación espacial para un posible regreso de emergencia a la Tierra.
El motor del cohete en cuestión era un motor ruso SOZ “ullage” en órbita desde que su cohete lanzó tres satélites en 2007, según Jonathan McDowell, un astrofísico de Havard que también rastrea satélites y desechos espaciales en su tiempo libre.
En un serie de Tweets, el Dr. McDowell explicó que el motor formaba parte de una etapa superior del tipo Blok DM de un cohete Protón, que utilizaba dos de los motores para poner en órbita cargas útiles. También señaló el origen enológico del término “ullage”.
Los motores SOZ rusos no utilizan todo su propulsor durante el lanzamiento, añadió el Dr. McDowell, por lo que suelen explotar años después. Se sabe que al menos 54 SOZ han explotado, generando 173 piezas de debtis orbital, dijo, mientras que otros 64 de ellos permanecen en órbita.
La basura espacial es un problema cada vez mayor, que se ve agravado por el rápido aumento del número de satélites en órbita, lo que aumenta la probabilidad de que los desechos se estrellen contra un satélite, generando más desechos.
Si se producen suficientes colisiones de este tipo, pueden iniciar una reacción en cadena fuera de control conocida como el Síndrome de Kessler, similar a la reacción en cadena que destruye los satélites en la película Gravedad, y que acabaría por hacer inaccesible el espacio.
Sin embargo, a diferencia de la película, un Síndrome de Kessler en el mundo real tardaría décadas en desarrollarse, un desastre ecológico de lento movimiento que impediría a los humanos explorar el espacio durante años.
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