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Enfrentada a ocho aspirantes en las primarias republicanas de Alabama, la gobernadora Kay Ivey repitió las falsas afirmaciones del ex presidente Donald Trump sobre el robo electoral. Después, Ivey, de 77 años y pelo blanco, se sentó en la mesa de su despacho y sacó tres cosas de su bolso para un anuncio de campaña: una barra de labios, un teléfono móvil y un revólver.
El martes, los votantes decidirán si el fuerte giro a la derecha de Ivey fue suficiente para evitar una segunda vuelta en un estado donde los candidatos del Partido Republicano a menudo luchan por ser más conservadores que los demás.
Uno de los aspirantes, la ex embajadora de Trump Lindy Blanchard, ha criticado a Ivey por hacer demasiado para controlar el COVID-19 en un estado con una de las peores tasas de mortalidad por pandemia del país. Otro, el promotor de puentes de peaje Tim James, hijo del ex gobernador Fob James, hizo lo mismo y atacó a una escuela concertada que se abrió bajo el mandato de Ivey para atender a los jóvenes LGBTQ.
Otros aspirantes incluyen Lew Burdette, un ex ejecutivo de negocios que dirige hogares de grupo de base cristiana; Stacy George, un funcionario de prisiones y ex comisionado del condado; pastor Dean Odle; activista del Partido Republicano y empresario Dean Young; Springville alcalde Dave Thomas; y un defensor de yoga, Donald Trent Jones.
Se celebrará una segunda vuelta el 21 de junio si nadie obtiene más del 50% de los votos.
El eventual candidato del Partido Republicano se enfrentará a quien salga de unas primarias demócratas de seis candidatos poco conocidos y escasamente financiados, entre los que figura la senadora estatal Malika Sanders-Fortier, de Selma, la única del grupo que ocupa un cargo público.
Vicegobernadora en ese momento, Ivey fue catapultada al cargo más alto del estado cuando Robert Bentley dimitió en medio de un escándalo en 2017. Se deshizo fácilmente de cuatro contrincantes republicanos en las primarias y ganó un mandato completo contra un demócrata bien financiado, el alcalde de Tuscaloosa, Walt Maddox, en 2018.
Ivey ha impulsado un plan para construir nuevos calabozos para mejorar las abarrotadas y deterioradas prisiones de Alabama, que son objeto de una demanda del Departamento de Justicia, y aprobó un aumento del impuesto sobre la gasolina con incrementos automáticos para financiar obras en las carreteras. Sus adversarios han criticado todo esto por considerarlo un gran gobierno y también se han centrado en su gestión de la pandemia.
Mientras algunos critican a Ivey por la respuesta al COVID-19, que dejó al estado con casi 20.000 muertos y la cuarta tasa de mortalidad más alta del país, los opositores republicanos la han atacado por cerrar negocios e iglesias para evitar la propagación de la enfermedad. En un estado en el que aproximadamente el 51% de la población está totalmente vacunada, la afirmación de Ivey de que era “hora de empezar a culpar a la gente no vacunada” de la enfermedad podría volverse en su contra.
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