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Rusia desató el jueves una guerra total contra Ucrania por tierra, mar y aire, atacando objetivos en todo el país, incluida la capital, Kiev, empujando a Europa hacia su conflicto más ruinoso desde 1945 y provocando la furia internacional por las acciones del presidente Vladimir Putin.
Oficialmente, ya se han perdido al menos 40 vidas ucranianas, incluyendo civiles, en el conflicto, pero esa cifra seguramente aumentará mucho más a medida que el conflicto se vaya extendiendo. Ucrania afirma haber matado a 50 rusos.
Las repercusiones del conflicto fueron inmediatas, con el temor de que los combates se intensificaran más allá de las fronteras de Ucrania, la OTAN se apresuró a dar su apoyo a los miembros de la alianza situados cerca de Rusia, las naciones occidentales prometieron imponer más sanciones a Moscú, las naciones europeas advirtieron de una inminente crisis de refugiados, los precios de la energía se dispararon y los mercados bursátiles mundiales se vieron afectados.
El ataque se lanzó después de meses en los que Rusia ha ido acumulando tropas a lo largo de las fronteras de Ucrania -fuerzas que durante mucho tiempo afirmó que estaban en ejercicio- y después de semanas de negación de que fueran a invadir. El devastador asalto comenzó en la madrugada del jueves con un desafiante Putin, jefe del país con un enorme arsenal de ojivas nucleares, advirtiendo a la comunidad internacional que no interfiriera ya que las repercusiones serían graves.
“Si lo hacéis os enfrentaréis a consecuencias mayores que las que habéis afrontado en la historia”, dijo.
Se comprometió a “defender a las personas que han sido víctimas” del “régimen de Kiev” y a “desmilitarizar y desnazificar Ucrania”, aprovechando una vieja narrativa rusa que sugiere que el país está siendo subyugado por radicales de derecha.
A las pocas horas de ordenarse la invasión, se lanzaron ataques con misiles contra objetivos militares y de infraestructura clave dentro de Ucrania. Luhansk, Sumy y Chernihiv, en el este de Ucrania, fueron objeto de ataques, mientras que los tanques lucharon en las afueras de Kharkiv, después de que los paracaidistas se lanzaran, según los informes locales.
Se ha lanzado un asalto anfibio contra la ciudad portuaria clave de Mariupol, y las fuerzas terrestres se están desplazando por todo el país desde Rusia, Crimea y su estado vasallo, Bielorrusia, que está situado cerca de Kiev. También se dice que otra ciudad clave, Odessa, está siendo atacada.
En la capital, donde viven casi tres millones de personas, las sirenas aéreas obligaron a los residentes a buscar desesperadamente refugio en el metro de la ciudad.
Se escucharon explosiones de bombas cerca de la propia Kiev, incluyendo un ataque aéreo al aeropuerto de Hostomel por parte de Rusia.
Aparecieron imágenes de combates aéreos entre aviones ucranianos y rusos, y Kiev afirmó haber derribado siete aviones. Las redes sociales mostraron edificios de apartamentos atacados en zonas residenciales de Kharkhiv, al noreste de Ucrania, y decenas de ucranianos haciendo cola para donar sangre.
Los ucranianos comenzaron a huir de los principales centros urbanos del país, incluida la capital y la ciudad suroccidental de Mariupol.
Volodymyr Zelensky, el presidente ucraniano, instó a los ciudadanos a defender el país de las fuerzas rusas y dijo que se entregarían armas a todos los que se presentaran.
El ataque provocó una rápida -y furiosa- condena internacional.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, acusó a Rusia de un “ataque no provocado e injustificado” y dijo: “El mundo pedirá cuentas a Rusia”.
El canciller alemán Olaf Scholz, que se está convirtiendo rápidamente en el crítico europeo más fuerte de Moscú, dijo que el líder ruso “estaba poniendo en peligro la vida de innumerables personas inocentes” y culpó a Putin. Y añadió: “Para todo eso no hay justificación. Esta es la guerra de Putin”.
Los países del G7 se reunían para decidir una respuesta, mientras que fuera de Downing Street los ucranianos protestaban.
Boris Johnson calificó la invasión como “una catástrofe para nuestro continente”, mientras que el francés Emmanuel Macron dijo que marcaba “un punto de inflexión en la historia de Europa”.
La OTAN calificó la invasión de “deliberada y a sangre fría”, mientras que la Unión Europea prometió más sanciones. Todas las naciones occidentales están siendo presionadas para imponer medidas punitivas mucho más duras a Moscú.
El jefe de Política Exterior de la Comisión Europea, Josep Borrell, describió la medida como “una de las horas más oscuras de Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial”.
Un portavoz del Kremlin se encogió de hombros ante tales amenazas y dijo que Rusia no podía situarse de nuevo detrás de un “telón de acero”.
Esta es la segunda vez que Moscú lanza una incursión militar importante en Ucrania desde que el país se independizó de la Unión Soviética en 1991, y se produce ocho años después de la anexión de Crimeapenínsula en el sur.
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