El gobierno federal de la India dio el miércoles marcha atrás en su política de viviendas para los refugiados rohingya en la capital, Delhi, tras una reacción masiva de la comunidad de derechas.
El miércoles por la mañana, el ministro federal de Vivienda y Asuntos Urbanos de la India, Hardeep Singh Puri, anunció nuevas instalaciones de alojamiento para los refugiados de la minoría étnica de Myanmar.
El ministro había esbozado nuevas disposiciones para los rohingya, afirmando que a los refugiados se les asignarían pisos en la zona de Bakkarwala, en el oeste de Delhi, y que se les proporcionarían servicios básicos y protección policial las 24 horas del día.
La nueva política se consideró un cambio positivo en la postura crítica del gobierno nacionalista hindú hacia el grupo de refugiados.
El Sr. Puri lo calificó de “decisión histórica” y tuiteó: “La India siempre ha acogido a quienes han buscado refugio en el país. En una decisión histórica, todos los refugiados rohingya serán trasladados a pisos EWS en la zona de Bakkarwala de Delhi.”
En un tuit posterior, añadió: “La India respeta y sigue la Convención de la ONU sobre los Refugiados de 1951 y proporciona refugio a todos, independientemente de su raza, religión o credo.”
Sin embargo, el anuncio se enfrentó a una fuerte reacción de las organizaciones de derecha, entre ellas la Vishwa Hindu Parishad (VHP), un grupo que agrupa a organizaciones hindúes y que es aliado del Partido Bharatiya Janata (BJP) del primer ministro Narendra Modi.
Poco después, el Ministerio del Interior federal de la India dijo en un comunicado que los “extranjeros ilegales rohingya” permanecerían en una localidad de la zona sur de la capital, mientras los funcionarios diseñaban la forma de deportarlos.
“Los extranjeros ilegales permanecerán en el centro de detención hasta su deportación según la ley”, dijo el Ministerio del Interior. “El gobierno de Delhi no ha declarado el lugar actual como centro de detención. Se les ha ordenado que lo hagan inmediatamente”.
Más de 700.000 rohingyas musulmanes huyeron de Myanmar, de mayoría budista, en medio de olas de violencia que comenzaron en agosto de 2017, cuando los militares lanzaron una “operación de limpieza” contra ellos tras los ataques de un grupo rebelde.
A partir de 2022, unos 1.100 rohingya viven en Delhi y otros 17.000 en otros lugares de la India, donde realizan trabajos manuales para llegar a fin de mes.
La mayoría de los refugiados se encuentran en campos superpoblados en el vecino Bangladesh.
Cinco años después de su éxodo, los refugiados están atrapados en un limbo, sin que ninguno de los países del sur de Asia esté dispuesto a ofrecerles la ciudadanía. El gobierno indio ha intentado repatriar a miembros de los rohingya, alegando una “amenaza para la seguridad nacional”.
Mientras tanto, la primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, dijo el miércoles a la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, que los refugiados deben regresar a Myanmar.
“Los rohingya son ciudadanos de Myanmar y deben ser devueltos”, dijo Hasina.
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