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El martes se inició en Estambul, la capital de Turquía, una nueva ronda de conversaciones para poner fin a la devastadora guerra de Rusia contra Ucrania, en medio de las persistentes dudas de que acabe en un compromiso o un alto el fuego.
Las conversaciones de dos días, cerradas a la prensa, se están celebrando en un complejo de oficinas presidenciales de alta seguridad adyacente al ornamentado recinto del Palacio de Dolmabahce de Estambul, junto al Estrecho del Bósforo.
Las negociaciones, la última de varias rondas de discusiones destinadas a poner fin a la embestida del presidente ruso Vladimir Putin contra su vecino occidental, un conflicto armado que se ha convertido rápidamente en la guerra más destructiva y perturbadora en Europa desde la década de 1990.
Antes de las conversaciones, el líder ucraniano Volodymyr Zelensky dijo que su país está dispuesto a declarar la neutralidad y a ofrecer garantías de seguridad a Rusia, incluido el mantenimiento del país libre de armas nucleares si Moscú retira sus tropas.
El ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, dijo que esperaba una solución al desastre humanitario del país, como mínimo, y un alto el fuego, en el mejor de los casos. “No vamos a intercambiar personas, tierras o soberanía”, dijo.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que el martes o el miércoles se vería si las negociaciones de paz eran prometedoras.
El mayor punto de fricción en las conversaciones es el estatus de los territorios ucranianos del este y el sureste arrebatados por Rusia. Moscú quiere que Kiev reconozca las apropiaciones de tierras en la región de Donbass y la península de Crimea, algo a lo que Ucrania se niega.
Al acoger las conversaciones, Turquía espera impulsar su propio estatus diplomático, pero también poner fin a un conflicto que ha hecho subir los precios mundiales de la energía y los alimentos y ha dañado la industria turística turca.
La guerra también ha creado amenazas a la seguridad del Mar Negro. En dos ocasiones, las fuerzas navales se han encontrado con minas sin explotar que, al parecer, se habían desplazado desde la zona de conflicto hasta aguas turcas. Una de ellas entró en el crucial Estrecho del Bósforo, por donde pasan diariamente cientos de transbordadores de pasajeros y decenas de petroleros cargados de combustible.
“Creemos que una paz justa no tendrá perdedores, y un conflicto prolongado no beneficia a nadie”, dijo el presidente de Turquía, Recep Tayyup Erdogan, a los negociadores antes de las conversaciones, según la agencia oficial de noticias Anadolu.
Davyd Arakhamia, empresario y parlamentario ucraniano de origen georgiano, encabeza la delegación de Kiev, mientras que Vladimir Medinsky, ex ministro de Cultura ruso, dirige el equipo de Moscú.
Los miembros de las delegaciones mantendrán reuniones paralelas “sobre todo el espectro de cuestiones conflictivas”, escribió en Twitter Mijaíl Podolyak, asesor del presidente ucraniano.
La televisión ucraniana informó de que las primeras conversaciones cara a cara en más de dos semanas habían comenzado con “una fría bienvenida” y sin un apretón de manos entre ambas partes.
El oligarca ruso Roman Abramovich fue fotografiado en las conversaciones a pesar de los informes de que sufrió síntomas de un intento de envenenamiento en una ronda anterior de negociaciones.
A última hora del lunes, el Wall Street Journal y el medio de noticias de investigación Bellingcat citan fuentes no identificadas que afirman que el Sr. Abramovich y dos negociadores de paz ucranianos sufrían de ojos rojos y piel descamada en la cara y las manos a principios de este mes después de una reunión en Kiev.
El multimillonario sancionado -que se ha distanciado en repetidas ocasiones de las afirmaciones del gobierno británico y de otros de que es cercano al señor Putin- aceptó el mes pasado una petición ucraniana para ayudar a negociar el fin de la guerra.
El Kremlin y los funcionarios ucranianos han rechazado los informes sobre el presunto envenenamiento como falsos. El Sr. Kuleba -ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania- dijo antes de las conversaciones -con ironía- que aconsejaba “a cualquiera que vaya a negociar con Rusia que no coma ni beba nada, (y) preferiblemente que evite tocar superficies”.
Ucrania, una antigua república soviética sometida durante mucho tiempo al dominio de los imperios rusos, ha ido derivando cada vez más hacia la órbita de la UE y la OTAN.
Rusia lanzó la guerra con el objetivo aparente de tomar el control de Ucrania, una nación de más de 40 millones de habitantes, y convertirla en un estado satélite.
Pero la guerra fue mal desde el principio. Las tropas rusas se encontraron con una feroz resistencia militar y política ucraniana. Las naciones occidentales se unieron para imponer sanciones paralizantes que han golpeado el rublo.
Pocos analistas dan a las conversaciones muchas posibilidades de éxito. Durante la guerra que dura una década en Siria, Rusia y sus aliados utilizan con frecuencia las conversaciones de paz y el alto el fuego en lo que los críticos describen como distracciones destinadas a darse cobertura diplomática y tiempo para reagruparsey restablecer la estrategia militar.
Samuel Ramani, especialista en Rusia del Royal United Services Institute -un thinktank- dijo que las voces del Kremlin en los últimos días no han señalado públicamente ninguna concesión.
Un portavoz del Ministerio de Defensa ruso dijo que los “cabecillas” del gobierno de Kiev deben ser “localizados y castigados adecuadamente”, mientras que Peskov dijo que Rusia seguía teniendo como objetivo “desnazificar” Ucrania, una aparente referencia a borrar cualquier sentimiento nacional ucraniano.
Aun así, las señales recientes sugieren que la ofensiva rusa puede estar recalibrando sus objetivos militares para centrarse en el sureste de Ucrania, que linda con el Mar Negro, lo que plantea la posibilidad de que esté buscando una estrategia de salida de la guerra.
Turquía, anfitriona de las conversaciones, mantiene buenas relaciones tanto con Moscú como con Kiev. Ha suministrado a Ucrania aviones no tripulados de combate que han demostrado su eficacia contra los blindados rusos, al tiempo que se niega a aceptar sanciones contra el Kremlin, acogiendo incluso a oligarcas como el Sr. Abramovich.
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