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Los aliados de Ferdinand Marcos Jr., el presunto próximo presidente de Filipinas, parecen dispuestos a dominar ambas cámaras del Congreso, alarmando aún más a los activistas después de que la aparente victoria electoral del hijo del difunto dictador devolviera a su familia a la sede del poder.
Los recuentos de la votación del lunes muestran que están preparados para capturar la mayor parte de los 300 escaños de la Cámara de Representantes y la mitad de los 24 escaños del Senado que se sometían a elecciones, y probablemente sus máximos dirigentes. Sus familiares y hermanos también se han proclamado vencedores en puestos locales, lo que refleja el fuerte arraigo de las dinastías políticas en la democracia del sudeste asiático, a pesar de una prohibición constitucional que nunca se ha aplicado.
“Va a ser problemático porque una oposición es muy necesaria en una democracia”, dijo Jean Franco, profesor de ciencias políticas de la Universidad estatal de Filipinas. “Tiene que haber ideas alternativas y tiene que haber un control de lo que hace el ejecutivo, si no, seremos como Corea del Norte”.
El triunfo electoral de Marcos Jr. y sus aliados es un asombroso retroceso respecto a la revuelta del “Poder Popular” de 1986, respaldada por el ejército pero mayoritariamente pacífica, que obligó a su padre a abandonar el cargo tras años de atrocidades masivas contra los derechos humanos y saqueos que su hijo nunca reconoció.
Marcos Jr. obtuvo más de 31 millones de votos en el recuento no oficial, en lo que se proyecta como uno de los mandatos mayoritarios más fuertes para un presidente filipino en décadas. Su compañera de fórmula vicepresidencial e hija del líder populista saliente, Sara Duterte, parecía haber ganado también con un margen masivo.
El Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el Presidente de China, Xi Jinping, se encuentran entre los líderes mundiales que les han felicitado por su enorme victoria y por el desarrollo relativamente tranquilo de las elecciones. El presidente y el vicepresidente elegidos por separado tomarán posesión de sus cargos el 30 de junio para un único mandato de seis años, una vez que el Congreso confirme los resultados.
“Es como una marejada, un tsunami en el Congreso para la oposición”, dijo a The Associated Press el diputado de izquierda Carlos Zárate, cuyo mandato de nueve años termina en junio. “El reto para la amplia oposición es no ceder, sino presionar la lucha por el buen gobierno, la rendición de cuentas y la democracia donde sea necesario”.
La pequeña fracción de un bloque opositor de izquierda probablemente se reducirá aún más en el Congreso entrante, en gran parte debido a una campaña militar para vincularlo con las guerrillas comunistas, dijo Zárate.
El diputado Ferdinand Martin Romualdez, primo de Marcos hijo, ha sido respaldado como presidente de la Cámara por su partido. Otro posible candidato es el aliado de Romualdez y la ex presidenta Gloria Macapagal Arroyo, que medió en la alianza de Marcos Jr. y Sara Duterte.
Sólo una candidata de la oposición, la senadora Risa Hontiveros, podría formar parte de la nueva lista en el Senado.
Además de decidir el destino de la agenda legislativa y el proyecto de presupuesto del presidente, el Congreso es un órgano de control crucial que investiga las principales anomalías del gobierno y decide sobre las denuncias de impugnación. Un nuevo proyecto de ley antiterrorista al que se oponen los grupos de derechos humanos, por ejemplo, se aprobó fácilmente en las dos cámaras dominadas por los aliados del presidente Rodrigo Duterte.
Los casos judiciales y las cuestiones legales siguen acosando a la familia del difunto dictador, incluido el pago de un enorme impuesto sobre el patrimonio, una condena por corrupción en 2018 de su viuda, Imelda Marcos, que está en proceso de apelación, y la compensación completa de miles de víctimas de torturas, detenciones, desapariciones y otras atrocidades cometidas en la época de la ley marcial cuando él estaba en el poder.
La brutal represión antidroga lanzada por Duterte, que acabó con la vida de miles de sospechosos de narcotráfico, en su mayoría de poca monta, ha provocado una investigación de la Corte Penal Internacional como posibles crímenes contra la humanidad. El líder saliente, conocido por su lenguaje descarado, ha dicho que probablemente se enfrentará a más denuncias penales cuando abandone el cargo el 30 de junio.
Las elecciones del lunes aseguraron la longevidad política tanto de los Marcos como de los Dutertes. Un hijo del presunto presidente, Sandro Marcos, fue elegido a la Cámara como representante de su provincia natal del norte, Ilocos Norte, y varios parientes obtuvieron cargos provinciales.
El hermano de Sara Duterte, Sebastián Duterte, la sucedería como alcalde de la sureña ciudad de Davao. Otro hermano, Paulo Duterte, ha sido reelegido para otro mandato en el Congreso.
Su padre, el presidente saliente, se labró un nombre político a partir de la década de 1980, como alcalde de Davao durante mucho tiempo, con su campaña extra dura contra la criminalidad. Dejó cientos de sospechosos de narcotráfico muertos y presagió matanzas similares a mayor escala quele seguiría cuando subió a la presidencia en 2016 con una audaz pero fallida promesa de campaña de erradicar las drogas ilegales y la corrupción en tres o seis meses.
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