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En Angola se están llevando a cabo conmemoraciones relativamente discretas con motivo de la muerte del ex presidente José Eduardo dos Santos, que falleció la semana pasada en España, donde su familia está tomando medidas para evitar que su cuerpo sea devuelto al país del sur de África.
Como parte de los cinco días de luto nacional, declarados por el presidente Joao Lourenco, los funcionarios del gobierno angoleño y los ciudadanos de a pie están presentando sus respetos a dos Santos, que gobernó el país durante 38 años hasta 2017.
Diputados, militares, jueces, líderes religiosos y angoleños de a pie se alinearon en la capital, Luanda, para ver retratos de dos Santos a la luz de las velas y firmar un libro de condolencias.
Fernando Da Piedade Dias dos Santos, presidente de la Asamblea Nacional y primo del ex presidente, lo elogió por ayudar a Angola a establecer la paz tras una prolongada guerra civil.
“Trabajamos juntos hasta alcanzar la paz en el país. Iniciamos la reconciliación nacional. Se estableció la unidad nacional y él (dos Santos) comenzó la reconstrucción nacional de nuestro país”, dijo. “Son momentos notables e inolvidables”.
En España, donde dos Santos murió en un hospital de Barcelona, un tribunal ha aprobado que se le practique una autopsia, tras la solicitud de una de sus hijas, Tchize dos Santos. La familia del ex presidente quiere que su cuerpo sea inhumado en España para evitar que su entierro en Angola sea utilizado para hacer campaña política por el actual presidente, según un comunicado de la hija.
Los hijos de Dos Santos han sido acusados por el gobierno en algunos casos de corrupción. Cuando dos Santos dejó el poder en 2017, eligió a Lourenco como su sucesor. Pero poco después de llegar a la presidencia, Lourenco inició una campaña anticorrupción en la que los hijos de dos Santos estaban en el punto de mira.
Durante el largo mandato de dos Santos se desviaron grandes cantidades de la riqueza petrolera y de diamantes del país. Más de 4.000 millones de dólares en ingresos petrolíferos desaparecieron de las arcas del Estado angoleño entre 1997 y 2002, cuando dos Santos estaba en el poder, dijo Human Rights Watch, con sede en Nueva York, en un informe de 2004, basado en un análisis de las cifras del Fondo Monetario Internacional.
Dos Santos nombró a un hijo, José Filomeno de Sousa dos Santos, apodado Zenu, para dirigir un fondo soberano valorado en 5.000 millones de dólares. Después de que dos Santos se retirara, el hijo fue acusado de malversación de fondos y en 2020 fue encarcelado en Angola durante cinco años.
El más destacado de los hijos de dos Santos es su hija Isabel, nombrada “la mujer más rica de África” por la revista Forbes, que estimó su fortuna en más de 3.000 millones de dólares. Su padre la nombró para dirigir la compañía petrolera Sonangol, controlada por el Estado, pero fue destituida por Lourenco poco después de llegar a la presidencia.
La hija que lidera los esfuerzos para que se realice una autopsia y se entierre a dos Santos en España es Tchize, que en su día controló una importante empresa de medios de comunicación en Angola, una agencia de publicidad y un importante equipo de fútbol.
Ha escrito que no quiere que Lourenco utilice el entierro de dos Santos en Angola para impulsar su campaña de reelección en los próximos comicios angoleños de agosto.
La discreta reacción en Angola a la muerte de dos Santos y los esfuerzos de la familia por enterrarlo en España no es sorprendente teniendo en cuenta los esfuerzos anticorrupción del actual gobierno, según Maka Angola, un sitio web de periodismo de investigación.
“La herencia política de José Eduardo dos Santos es el saqueo y el secuestro de un país, empeñado en los intereses de una oligarquía creada por él”, escribió el sitio web. “Angola tardará mucho tiempo en liberarse de esta pesada herencia de corrupción y destrucción moral de toda una sociedad, de los angoleños en general”.
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Contribuyó el periodista de AP Ciaran Giles en Barcelona, España.
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