Los Archivos Nacionales se están involucrando en el creciente escándalo que envuelve al Servicio Secreto de Estados Unidos sobre si los agentes borraron indebidamente los mensajes de texto enviados durante el atentado del 6 de enero después de que se les ordenara conservarlos.
El martes, los Archivos emitieron un comunicado en el que instruyen al Servicio Secreto de EE.UU. para que investigue y determine efectivamente si los mensajes de texto fueron borrados por la agencia como parte de una supuesta revisión del software, después de que la oficina de vigilancia del Departamento de Seguridad Nacional, la Oficina del Inspector General, le ordenara explícitamente que los conservara.
El aviso del martes de los Archivos es importante porque revela que la agencia independiente está dispuesta a hacer cumplir la Ley de Registros Federales que exige que se entreguen y registren todos esos mensajes de texto y registros telefónicos. Si se descubriera que uno o varios agentes del Servicio Secreto han violado la ley, podría tener potenciales consecuencias penales.
Mientras tanto The Washington Post informó el martes que el Servicio Secreto no ha tenido suerte en la recuperación de más mensajes de texto enviados entre el 5 y el 6 de enero de 2021, un hecho preocupante que no ayuda en nada al creciente problema de credibilidad de la agencia. Un alto dirigente del Servicio Secreto fue básicamente denunciado como mentiroso hace semanas por varios ex funcionarios de la administración Trump después de que contradijera el testimonio bajo juramento de Cassidy Hutchinson, una ayudante del exjefe de gabinete Mark Meadows que testificó que un agente le dijo que el presidente se había abalanzado sobre su guardaespaldas e intentó agarrar el volante del vehículo presidencial después de que le dijeran el 6 de enero que no sería conducido al Capitolio de Estados Unidos.
Todavía no está claro cuántos mensajes de texto, si es que hay alguno, de las horas previas y durante el ataque al Congreso fueron entregados al comité del 6 de enero por los agentes del Servicio Secreto, pero los legisladores del panel, incluido el representante Adam Kinzinger, han indicado en entrevistas que creen que faltan algunos, si no todos, de los registros telefónicos en cuestión.
El comité del 6 de enero ha estado persiguiendo esos registros de la agencia, ya que busca desarrollar un relato “minuto a minuto” de las acciones de Donald Trump en las horas previas y durante el ataque al Congreso. La imposibilidad de obtener comunicaciones sin fisuras entre los agentes protectores del presidente sería un golpe obvio para esos esfuerzos. La cuestión del borrado de los textos también es muy sospechosa, dada la instrucción de la OIG de que se conserven los textos, así como la importancia generalmente obvia de los registros.
“Como mínimo, es una locura que el Servicio Secreto acabe borrando cualquier cosa relacionada con uno de los días más infames de la historia de Estados Unidos”, comentó el miembro del comité Adam Kinzinger en el programa del domingo. Face the Nation en la CBS.
Si se descubre que los agentes del Servicio Secreto han borrado textos de esos dos días violando la ley, no sería ni mucho menos la primera mancha vergonzosa en el historial de la agencia encargada de proteger al presidente y a su familia.
En 2012 casi una docena de agentes fueron suspendidos tras ser sorprendidos con mujeres en su hotel que se sospechaba que eran trabajadoras sexuales.
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