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Semanas antes de que el presidente Joe Biden pronunciara su primer discurso ante el Congreso en 2021, se difundió un vídeo gráfico de un hombre negro muerto a manos de la policía.
El país vio en sus pantallas la escena, ahora inquietantemente familiar. Los familiares suplicaron con lágrimas en los ojos que se produjera un cambio. Los legisladores de Washington se comprometieron a aprobar una reforma significativa.
Biden dio un nuevo impulso a las conversaciones durante el discurso televisado a nivel nacional en el que dijo al Congreso que “lo hiciera” antes del mes siguiente, aniversario del asesinato de otro hombre negro, George Floyd, a manos de un agente de policía de Minneapolis.
“Todos hemos visto la rodilla de la injusticia en el cuello de los estadounidenses negros”, dijo el presidente demócrata. “Ahora tenemos la oportunidad de hacer verdaderos progresos”.
Y entonces, como antes, las negociaciones se desmoronaron según las líneas partidistas, empujando la cuestión de la brutalidad policial al final de la línea de prioridades legislativas, subrayando de nuevo cómo el Congreso a menudo no logra ofrecer soluciones incluso cuando existe un amplio acuerdo sobre el problema.
Casi dos años después, cuando Biden comienza su tercer año en el cargo, hay otra secuela mortal. Un vídeo publicado la semana pasada mostraba el violento encuentro del 7 de enero entre Tyre Nichols y los agentes de policía de Memphis, Tennessee, que golpearon salvajemente al trabajador negro de FedEx de 29 años durante tres minutos mientras le gritaban blasfemias.
Nichols fue hospitalizado y murió días después. Cinco policías, también negros, han sido despedidos y acusados de asesinato en segundo grado y otros delitos por la paliza y la muerte de Nichols. El lunes, otros dos policías de Memphis fueron sancionados y tres técnicos de urgencias médicas fueron despedidos en relación con el caso.
Los padres de Nichols tienen previsto asistir al discurso de Biden sobre el Estado de la Unión la próxima semana, con la esperanza de aumentar la presión sobre el presidente y Washington. Y los mismos legisladores que estuvieron a punto de llegar a un acuerdo la última vez están ahora intentando ver si algún resto de compromiso tiene posibilidades de ser aprobado en un Congreso recién dividido.
“No hablo en esta sala muy a menudo”, dijo el senador Tim Scott, republicano por Carolina del Sur, en el pleno del Senado el lunes. “Pero este es mi décimo discurso sobre la policía en Estados Unidos en ocho años”.
Scott continuó llamando a los demócratas por pedirle que “volviera a la mesa” tras la publicación del vídeo de Nichols durante el fin de semana, a pesar de haber bloqueado la aprobación de su legislación hace dos años.
“Nunca me levanté de la mesa”, dijo el único senador republicano negro en un emotivo discurso.
Scott emergió como uno de los principales negociadores en el Senado tras la brutal matanza policial de Floyd en 2020. Él y el senador demócrata Cory Booker -dos de los tres hombres negros que sirven en la cámara- se embarcaron en una laboriosa negociación de nueve meses.
Las conversaciones se centraron en redactar una legislación de compromiso que frenara el uso de la fuerza por parte de las fuerzas del orden y las hiciera más responsables de los abusos. Sin embargo, las negociaciones se estancaron debido a las exigencias de los demócratas de que los agentes de policía acusados de abusos pudieran ser objeto de sanciones civiles. En la actualidad es difícil emprender este tipo de acciones, denominadas “inmunidad cualificada”, salvo en los casos más atroces. Los republicanos y grupos policiales como la Orden Fraternal de Policía se han resistido a suavizar esas limitaciones.
Aun así, el grupo se mostró de acuerdo en prohibir las llaves de estrangulamiento, frenar la transferencia de material militar a la policía y aumentar los fondos para programas de salud mental, que abordan los problemas que a menudo conducen a encuentros con agentes del orden.
Esos acuerdos son ahora la base de cualquier negociación tras la muerte de Nichols. “Es una tragedia que hayan estado tan cerca”, dijo el senador Chris Murphy, demócrata por Connecticut, sobre las negociaciones pasadas. “La buena noticia es que hay un montón de piezas que estaban allí que pueden volver a recoger”.
Las conversaciones entre Scott y Booker comenzaron el fin de semana y se espera que continúen durante esta semana. En la Cámara de Representantes, el representante Steve Horsford, demócrata por Nevada y presidente del Caucus Negro del Congreso, se puso en contacto para concertar una reunión con Scott y la Casa Blanca, por separado.
“A pesar de la disfunción en Washington, D.C., todos estamos de acuerdo en que, independientemente del partido o de la región del país, no debería haber una mala actuación policial en ningún lugar de Estados Unidos”, dijo Horsford.
El lunes, varios demócratas indicaron que están abiertos a negociar incluso las propuestas de reforma policial más reñidas, aunque se queden cortas.la propuesta que el partido aprobó en la Cámara tras la muerte de Floyd.
Pero aún no está claro si los republicanos estarán de acuerdo. Los republicanos controlan ahora la Cámara y están avanzando en una legislación que denunciaría cualquier intento de “desfinanciar a la policía”. Y los demócratas tienen una escasa mayoría en el Senado de 100 escaños.
“No sé si hay 60 votos para algo en el Senado”, dijo el lunes el senador Lindsey Graham, republicano por Carolina del Sur. “He sido bastante abierto de mente a la hora de intentar hacer una reforma policial razonable. Tenía sentido para mí entonces, y lo tiene ahora, pero veremos dónde está el espacio.”
El senador republicano John Cornyn de Texas, que ayudó a aprobar un modesto proyecto de ley de reforma policial el año pasado, también descartó la idea de que se pueda llegar a un acuerdo, diciendo que cree que cualquier acuerdo “es probablemente menos probable que suceda ahora con un gobierno dividido.”
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La periodista de Associated Press Mary Clare Jalonick contribuyó a este despacho.
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