Los legisladores argentinos aprobaron el viernes un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar una deuda de 45.000 millones de dólares, una votación destinada a evitar la agitación económica pero que dividió al partido gobernante.
La abrumadora votación de 202 a 37, con 13 abstenciones, siguió a un maratónico debate durante toda la noche, mientras los manifestantes enfadados por los acuerdos anteriores con el FMI, que consideran desastrosos, se manifestaban y lanzaban piedras y prendían fuego frente al edificio del Congreso.
La medida pasa ahora al Senado argentino y también debe ser aprobada por el directorio del FMI.
Argentina asumió la deuda en 2018 durante el gobierno del presidente conservador Mauricio Macri, pero no logró aplastar del todo la inflación ni resolver los problemas económicos del país.
El actual gobierno de centro-izquierda dijo que el acuerdo de refinanciación alcanzado con el FMI la semana pasada era esencial para evitar un incumplimiento de los préstamos y problemas aún mayores para una economía marcada por repetidos impagos y crisis pasadas.
El acuerdo permitiría a Argentina retrasar el pago de su deuda hasta 2026, y los pagos continuarían hasta 2034. Bajo el acuerdo anterior, los pagos de la deuda se concentrarían en 2022 y 2023.
“Es el mejor acuerdo que se pudo lograr”, dijo Carlos Heller, titular de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados.
El presidente Alberto Fernández logró el apoyo del principal bloque opositor a cambio de algunas modificaciones.
Las fuerzas de izquierda, incluidos algunos miembros del partido gobernante cercanos a la vicepresidenta Cristina Fernández, argumentaron que algunas de las medidas empeorarían las condiciones del 40% de los argentinos que son pobres.
Las piedras lanzadas por los manifestantes acabaron rompiendo ventanas y dañando su despacho en el Congreso, que ella preside. La presidenta emitió un vídeo en el que calificaba los daños de “paradójicos”, ya que como presidenta se había opuesto a los acuerdos con el FMI, al igual que su difunto marido, el ex presidente Néstor Kirchner.
Su hijo Máximo, ahora diputado, votó en contra del acuerdo – que antes había protestado renunciando a la jefatura de la delegación del movimiento gobernante en el Congreso.
El gobierno sostiene que el nuevo acuerdo no requeriría ninguna revisión del sistema de pensiones ni de las normas laborales, aunque dice que obligaría a aumentar los precios del gas, la electricidad y otros servicios públicos.
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