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Los medios de comunicación oficiales y los órganos estatales de Irán mostraron poco amor por la reina Isabel II, fallecida el jueves a los 96 años.
La Agencia de Noticias Fars, de línea dura, condenó su “sangriento legado a la humanidad”, en un artículo que relata sus supuestas fechorías, que incluyen maquinaciones contra Egipto, Irán, Irak, Yemen, Siria y Afganistán.
El artículo también describía su fortuna y sugería que había enriquecido a su familia con ganancias mal habidas.
“Durante su vida, ganó más de 9 millones de dólares a través de las carreras de caballos”, decía el informe.
En el Islam, el juego se considera un pecado. Otro artículo de la prensa semioficial señalaba que su funeral costaría 6 millones de libras a los contribuyentes británicos.
La Reina fue calumniada en vida por Teherán como “la última superviviente” del golpe de Estado de 1953, que puso fin a una breve apertura democrática en el país y restauró el gobierno autocrático del sha Mohammad Reza Pahlavi.
El monarca iraní compartió cálidos lazos con la Casa de Tudor, visitó el Reino Unido y se reunió con la Reina cuando gobernaba, hasta que fue derrocado en una revolución 25 años después que llevó al poder al clero islámico fundamentalista.
A diferencia de muchos jefes de Estado, ni el líder supremo de Irán, Alí Jamenei, ni el presidente Ebrahim Raissi han ofrecido sus condolencias por la muerte de la Reina. El Ministerio de Asuntos Exteriores no ha emitido ninguna declaración oficial, aunque es posible que lo haga una vez que el fin de semana iraní termine el sábado por la mañana.
Los iraníes de cierta generación se obsesionaron durante mucho tiempo con las supuestas maquinaciones de la Corona británica, creyendo que estaba detrás de grandes conspiraciones mundiales.
Las sospechas se basan en las maniobras británicas y rusas sobre Irán en el siglo XIX y en el supuesto papel británico en el ascenso del sha Reza Pahlavi durante la década de 1920, así como en el golpe de Estado de 1953 contra el primer ministro Mohammad Mossadeq.
Ese plan fue urdido por agentes del MI6 y de la CIA que temían los planes del gobierno de Teherán de nacionalizar su industria petrolera. El golpe tuvo lugar varios meses después de que la joven reina Isabel ascendiera al trono y los historiadores creen que es altamente improbable que ella tuviera algún papel en la operación.
Reza Pahlavi, el hijo del difunto monarca iraní, ofreció sin embargo sus condolencias y las de su familia.
“En su reinado como la monarca más longeva del mundo sirvió como una fuerza honorable y noble tanto para la justicia y el progreso como para la continuidad y la unidad de su nación”, dijo el activista de la oposición con sede en Virginia en un comunicado.
“Será recordada por ello y con un respeto permanente por su servicio al Reino Unido y a su pueblo”.
La reina Isabel II visitó Irán en 1961, recorriendo los lugares históricos del país y reuniéndose con el entonces monarca del país. Dio su nombre a una calle del centro, aunque fue rebautizada en honor a los trabajadores agrarios tras la revolución de 1979.
También recibió a los embajadores de la República Islámica en el Reino Unido el año pasado.
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