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Los altos diplomáticos de las principales democracias industrializadas del mundo apoyaron el viernes a Ucrania en su resistencia a la invasión rusa y se unieron en torno a la sospecha de la creciente asertividad de China en medio de una panoplia de crisis globales.
Los ministros de Asuntos Exteriores del Grupo de los Siete, que concluyen dos días de conversaciones en la histórica ciudad de Muenster, en el oeste de Alemania, tenían previsto publicar una declaración en la que se afirman las posiciones comunes sobre Ucrania, Rusia, China y los recientes acontecimientos en Irán y Corea del Norte, según los funcionarios.
Un año después de advertir a Rusia sobre las consecuencias de invadir Ucrania, se esperaba que los ministros del G-7 aprobaran nuevos castigos para el Kremlin y un respaldo adicional para Kiev y los países afectados por la escasez de alimentos y energía que la guerra ha exacerbado, dijeron los funcionarios.
“Es increíblemente importante que mantengamos nuestra resistencia estratégica, la voluntad de seguir con esto hasta que se acabe, tanto para apoyar al pueblo de Ucrania mientras se defiende de la agresión como para aliviar la presión de los países de todo el mundo, las personas de todo el mundo que ya están experimentando la inseguridad alimentaria y se ven empujados aún más cerca de la hambruna”, dijo el ministro de Asuntos Exteriores británico James Cleverly.
Junto con el Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y Estados Unidos conforman el G-7.
Los ministros también denunciarán a Irán por el supuesto suministro de armas a Rusia y por la brutal represión de los manifestantes antigubernamentales. Su declaración condenará además la reciente escalada de tensiones en Asia causada por la actividad militar de Corea del Norte.
“Como G-7 colectivo, nuestro trabajo es asegurar que mantenemos la paz, devolver la paz también a la región, y estamos ahí para proteger estas normas internacionales”, dijo la ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, Melanie Joly.
Un alto funcionario estadounidense dijo que el grupo de economías avanzadas había demostrado una unidad “notable” en prácticamente todos los temas importantes, a pesar de los intereses y prioridades nacionales a menudo contrapuestos, especialmente en lo que respecta al creciente peso económico y las ambiciones globales de China.
Sin embargo, sigue sin estar claro el grado de influencia que ejerce el G-7. Sus advertencias al presidente ruso Vladimir Putin el pasado mes de diciembre para que se mantuviera fuera de Ucrania no fueron escuchadas. El líder chino, Xi Jinping, se ha puesto del lado de Moscú y sigue adelante con sus planes de reunificar Taiwán con el continente por la fuerza, si es necesario.
Mientras tanto, Irán ha ignorado los llamamientos para volver al acuerdo nuclear de 2015 con las potencias mundiales, ha comenzado a suministrar armas para ayudar a Rusia en la guerra de Ucrania y ha lanzado una importante ofensiva contra la disidencia interna. Del mismo modo, Corea del Norte ha rechazado los llamamientos para volver a las negociaciones nucleares y ha intensificado los lanzamientos de misiles, aumentando las tensiones y los temores de un conflicto abierto.
En Alemania, muchos han señalado la importancia histórica del lugar donde se reunían los ministros del G-7: la sala donde se firmó en 1648 el Tratado de Westfalia que puso fin a la sangrienta Guerra de los 30 años en Europa.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, se refirió al documento de 374 años de antigüedad en un acto celebrado el jueves con la ministra de Asuntos Exteriores alemana, Annalena Baerbock. Dijo que las acciones de Rusia en Ucrania eran un ataque a los conceptos de soberanía nacional e integridad territorial que muchos creen que estableció el centenario tratado.
“Estos son los mismos principios que están siendo desafiados hoy por Rusia”, dijo Blinken. “Si dejamos que se desafíen impunemente, los cimientos del orden internacional empezarán a erosionarse y acabarán por desmoronarse, y ninguno de nosotros puede permitirse que eso ocurra”.
En cuanto a China, se esperaba que el G-7 siguiera armonizando las políticas conjuntas relacionadas con las inversiones chinas en sus países y que advirtiera a Pekín contra los movimientos antagónicos contra Taiwán.
El canciller alemán Olaf Scholz visitará Pekín esta semana, convirtiéndose en el primer líder europeo que realiza este viaje desde que comenzó la guerra en Ucrania. La inversión china en un importante proyecto portuario en Alemania ha suscitado la preocupación en Washington y otras capitales por la posibilidad de que China adquiera un interés de control en infraestructuras críticas en el corazón de un país aliado.
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