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Ana Frank, la famosa diarista y víctima del Holocausto, fue condenada a muerte por su fe judía. Sin embargo, a principios de este mes, fue cooptada en secreto por la Iglesia mormona.
Así lo afirman los investigadores que estudian la práctica de la Iglesia estadounidense de bautizar póstumamente a las personas fallecidas, a veces sin el conocimiento y casi siempre en contra de la voluntad de los amigos y familiares supervivientes.
La Sra. Frank fue “bautizada” en un templo mormón de la República Dominicana, en aparente violación de un pacto entre la Iglesia y los líderes judíos. Se cree que un niño de la zona, que actuó como su apoderado espiritual, fue sumergido en una pila de agua durante la ceremonia.
Los registros informáticos del evento registran a la Sra. Frank con su nombre completo, Annelies Marie Frank, y dicen que vivió de 1929 a 1945. El bautismo se “completó” en un templo de Santo Domingo el 18 de febrero.
En una declaración de disculpa, el departamento de relaciones públicas de la Iglesia Mormona no confirmó ni negó que el evento hubiera tenido lugar, pero se declaró “absolutamente firme en su compromiso de no aceptar los nombres de las víctimas del Holocausto para el bautismo por poder.”
“Es penoso cuando un individuo viola voluntariamente la política de la Iglesia”, continuaba el comunicado, “y algo que debería entenderse como una ofrenda basada en el amor y el respeto se convierte en una fuente de disputa.”
Es la segunda vez en días que la Iglesia emite un mea culpa similar. La semana pasada se supo que los padres de Simon Wiesenthal, superviviente del campo de exterminio nazi y defensor de los derechos de los judíos, habían sido bautizados recientemente en Utah y Arizona.
Ambos asuntos ponen de relieve una curiosa vía de la teología mormona. Los miembros de la Iglesia creen que las personas muertas que son inducidas póstumamente a sus filas tendrán luego, en la otra vida, la oportunidad de entrar en uno de los niveles superiores del cielo.
A lo largo de los años, han celebrado ceremonias de bautismo para unas 650.000 víctimas del Holocausto, además de innumerables celebridades fallecidas, como John Lennon y Albert Einstein. Gracias a su prominencia, se cree que la Sra. Frank fue bautizada al menos nueve veces.
La práctica también se extiende a veces al ámbito político. Recientemente se informó de que la difunta madre de Barack Obama, Stanley Ann Durham, había sido objeto de una ceremonia. Y se cree que Mitt Romney, el candidato a la presidencia de EE.UU., celebró una por su suegro fallecido, Edward, un ateo acérrimo.
Desgraciadamente, otros credos lo consideran profundamente ofensivo. Así que, en medio de la creciente inquietud pública, la Iglesia Mormona anunció en 2010 que sus miembros ya no intentarían reclutar a víctimas del Holocausto muertas.
Su aparente incumplimiento de esa promesa no sólo está provocando severas críticas. También ha resultado ser una ventaja para los cómicos nocturnos. Stephen Colbert, el satírico de la televisión, anunció el jueves que tiene la intención de convertir a todos los mormones muertos al judaísmo, mediante una ceremonia que incluye una salchicha y un cortapuros.
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