Ol 1 de abril, decenas de miles de escolares de Delhi se despertaron con una rutina familiar que se había convertido en extraña: se pusieron el uniforme, desayunaron y subieron a los autobuses para ir a la escuela. Muchos lo hicieron con una emoción vertiginosa: después de dos años de una pandemia devastadora, habían rezado para que llegara este día.
Pero aunque la vuelta a la normalidad este mes ha sido una bendición para muchos niños y sus familias, para otros supone un doloroso recordatorio de lo que se ha perdido. Esta rutina matutina no volverá a pertenecer a Rahul, de 13 años, que ha sustituido a su madre en la función de cuidar a su familia de seis miembros, compuesta exclusivamente por hombres.
Rahul y su madre, de 36 años, solían vender juntos verduras en un carrito por las callejuelas del barrio de Ramesh Nagar, en el oeste de Delhi, hasta que en diciembre, cuando la ola de Omicron llegó a la India y los casos empezaron a aumentar drásticamente, ella murió repentinamente de la noche a la mañana.
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