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Varios legisladores republicanos, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, anunciaron su intención de boicotear el discurso sobre el Estado de la Unión del presidente Joe Biden, el segundo que pronuncia desde que asumió el cargo el año pasado, a pesar del agravamiento de la crisis en Ucrania en medio de la invasión del presidente ruso Vladimir Putin.
Aunque no es históricamente notable (varios demócratas boicotearon un discurso similar pronunciado por el presidente Donald Trump en 2018), las declaraciones son, sin embargo, una señal de la continua y profunda polarización presente en Washington y en todo Estados Unidos.
Entre los que boicotean se encuentran tanto miembros derechistas del GOP como Josh Hawley y Andrew Clyde, famoso por sus declaraciones en las que minimizaba la gravedad del ataque al Congreso llamando “turistas” a los alborotadores, como miembros más centristas como el senador Marco Rubio.
La lista total confirmada hasta ahora incluye a los senadores Rubio, Hawley y Tom Cotton en la cámara alta, así como a los representantes Clyde, Mary Miller, Bob Good, Chip Roy y Matt Rosendale en la Cámara de Representantes. El senador Rick Scott también ha declarado que podría no asistir.
El boicot de los legisladores ha suscitado las críticas de muchos en las redes sociales, que les acusan de perderse una importante muestra de solidaridad con Ucrania por motivos frívolos.
Muchos de ellos, incluido el Sr. Rubio, publicaron declaraciones en las que criticaban duramente tanto los requisitos de las pruebas Covid como la reconstrucción del vallado de seguridad alrededor del Capitolio de EE.UU., colocado para la visita del Sr. Biden al Capitolio. Los asistentes al discurso sobre el Estado de la Unión del martes deberán mostrar un resultado negativo en la prueba Covid-19 para poder entrar en la cámara.
“Por primera vez en la historia de Estados Unidos, la gente tiene que presentar un papel para entrar en algún sitio, para sentarse en algún sitio, para ir al Estado de la Unión”, se quejó Rubio durante su discurso en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) el fin de semana.
Añadió: “Esto… es lo que sucede después de 20 años de infundir este proceso de pensamiento marxista en todos los aspectos de nuestras vidas y ahora nos hemos enfrentado a él.”
El Sr. Rosendale estuvo de acuerdo en una declaración proporcionada a The Daily Caller, una publicación de derecha.
“Los miembros del Congreso no deberían estar sujetos a las pruebas de Covid-19 y a la distancia social cuando no es necesario, y toda la nación ha terminado con la mayoría, si no con todas, las restricciones por coronavirus”, dijo.
El Sr. Hawley también se quejó de necesitar una vacuna Covid al anunciar su ausencia menos de una hora antes del discurso.
“Espero que Biden explique esta noche por qué ha renunciado a la independencia energética de Estados Unidos y se disculpe por ello. Lo veré desde casa. Me niego a someterme a una prueba de Covid para sentarme en una sala de personas totalmente vacunadas en un Capitolio rodeado de barricadas para satisfacer el teatro de Covid de Joe Biden”, tuiteó el senador de Missouri.
Otros, como el senador Ted Cruz, no indicaron que se saltarían el discurso, pero arremetieron contra lo que calificaron de “teatro” montado por los demócratas en torno al discurso de Biden.
El vallado de seguridad se construyó originalmente tras el ataque del 6 de enero al Congreso del año pasado, y se retiró meses después.
El Sr. Biden se dirigirá a la nación el martes por la noche en medio de la impactante invasión de Ucrania por parte de las fuerzas rusas y de su propia incapacidad como presidente para convencer a las distintas alas de su partido de que aprueben su ley de red de seguridad económica, la Build Back Better Act, que se encuentra ahora en el limbo legislativo después de que dos senadores demócratas conservadores, Joe Manchin y Kyrsten Sinema, se negaran a apoyarla.
El presidente se enfrenta a un empeoramiento de los índices de aprobación, ya que su popularidad ha descendido considerablemente durante su primer año de mandato, y la Casa Blanca se enfrenta a la perspectiva de otros ocho meses con pocas posibilidades de obtener victorias legislativas importantes en el Capitolio.
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