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“El payaso se va”, dijo Viacheslav Volodin, presidente del Parlamento ruso tras la caída de Boris Johnson.
“Es uno de los principales ideólogos de la guerra contra Rusia hasta el último ucraniano. Los líderes europeos deberían reflexionar sobre a dónde conduce esa política”.
Maria Zakharova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores en el Kremlin, declaró que “la moraleja de la historia es: no busques destruir a Rusia: no puede ser destruida. Puedes romperte los dientes con ella, y luego atragantarte con ellos”.
Puede que el Sr. Johnson considere estos insultos como insignias de honor. Ciertamente, no se opondrá a que se le llame líder en el apoyo a Ucrania contra la agresión rusa: aunque el volumen del apoyo militar y financiero de Estados Unidos a Kiev supera al de otros estados occidentales.
Pero el Reino Unido está ahora sin líder, sin un primer ministro que ejerza alguna autoridad. Para seguir con el tema ruso, Boris Johnson es ahora el jefe de un gobierno Potemkin, una estructura falsa y hueca. Esto podría continuar durante meses, y es un lugar vulnerable para el país en estos tiempos inciertos.
En Ucrania, la situación actual del gobierno británico hace que los ciudadanos británicos capturados en el conflicto, y retenidos en la separatista “República Popular de Donetsk”, corran aún más peligro.
Los cuatro prisioneros han luchado por Ucrania en la guerra. Aiden Aslin y Shaun Pinner fueron condenados a muerte por un tribunal de Donetsk a finales del mes pasado.
Otros dos, Andrew Hill, voluntario militar, y Dylan Healy, cooperante, han sido acusados de los mismos delitos – “toma de poder por la fuerza” y “terrorismo”- y se teme que puedan enfrentarse a las mismas brutales condenas.
En Londres, la Oficina de Asuntos Exteriores, de la Commonwealth y de Desarrollo (FCDO) dijo en un comunicado: “Condenamos la explotación de los prisioneros de guerra y de los civiles con fines políticos y lo hemos planteado a Rusia.
“Estamos en contacto constante con el gobierno de Ucrania sobre sus casos y apoyamos plenamente a Ucrania en sus esfuerzos por conseguir su liberación”.
Se ha hablado de la posibilidad de liberar a los cuatro en un intercambio de prisioneros. Una de las opciones que se barajan es que sean liberados a cambio de Viktor Medvechuk, un oligarca prorruso, con Vladimir Putin como padrino de su hija, que está retenido por las autoridades ucranianas.
Moscú está en una posición fuerte cuando se trata de negociar sobre los detenidos. El número total de soldados rusos retenidos por Ucrania ha descendido a 550, frente a los 900 de abril, tras una serie de intercambios. Rusia tiene más de 5.600 soldados ucranianos en cautividad, cifra que se ha ampliado con la rendición de 2.500 en Mariupol.
“Los rusos se frotan las manos ante la inestabilidad de este país. Buscarán aprovecharse si pueden”, dijo Sir William Patey, uno de los ex diplomáticos británicos de mayor rango, que sirvió como embajador en algunos de los puestos más peligrosos del servicio diplomático como embajador en Irak, Afganistán y Sudán.
“Podemos esperar que los rusos estén activos para sembrar la discordia, especialmente si hay elecciones pronto. Otros estados como Irán y China se alegrarán de que el Reino Unido esté fuera del juego por el momento.
“Ya había malestar en este país en los últimos tiempos, con el asalto a las instituciones por parte del gobierno y luego Boris Johnson centrándose en su supervivencia en lugar de liderar el país, y los ministros maniobrando para reemplazarlo. Así que ya hemos tenido una especie de parálisis, y esto empeorará”.
Robert Emerson, analista de seguridad, comentó que “cuando tu oponente es débil lo pones a prueba, y ese es un enfoque que se puede ver que algunos estados adversarios adoptan ahora hacia el Reino Unido. Los aliados también tendrían cuidado a la hora de hacer tratos, al no saber quién saldrá como Primer Ministro. Así que nos dirigimos a un periodo interesante”.
Un incidente que acaba de tener lugar en Irán puede haber sido una señal de esa “prueba”. La agencia de noticias estatal Fars de Teherán informó de que el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) había detenido al embajador adjunto británico, Giles Whittaker, por espionaje.
El FCDO en Londres desestimó las informaciones sobre la detención como “completamente falsas”.
Simon Shercliff, el embajador británico en Teherán tuiteó “estos informes de que nuestro embajador adjunto está actualmente detenido son muy interesantes… En realidad, abandonó Irán el pasado mes de diciembre, al final de su destino”.
Los funcionarios iraníes insisten, sin embargo, en que un diplomático británico fue, efectivamente, detenido, y advirtieron contra “másactividad”.
Al día siguiente de que saliera la noticia de la “detención”, el Ministerio de Defensa del Reino Unido anunció que un barco de la Marina Real había incautado armas iraníes en barcos que salían de puertos iraníes.
Se tomaron medidas porque el cargamento, que incluía misiles, se dirigía a las fuerzas Houthi en Yemen, en violación de las resoluciones de la ONU, se afirmó.
Las incautaciones, realizadas por el HMS Montrose, tuvieron lugar en enero y febrero. Es posible que la operación no se haya hecho pública para evitar inflamar las sensibilidades iraníes. No había ninguna razón discernible para anunciarla ahora más que – parece – como una advertencia a Teherán,
Este juego de poder en la sombra puede continuar mientras Gran Bretaña navega en aguas desconocidas al final de una extraordinaria semana política que ha dejado al país sin rumbo.
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