“Una estudiante me contó esta mañana que cuando se dirigía a la universidad de Kardan, en Kabul, a los chicos se les permitió entrar por las puertas, pero los talibanes apuntaron con sus armas a las chicas y les dijeron que se fueran a casa”, declaró Shabnam Nasimi, ex asesora especial de política del ministro para el reasentamiento de afganos y ministra para los refugiados.
Los relatos de estos dos incidentes se han producido justo un día después de que los talibanes prohibieran la entrada a todas las estudiantes femeninas en las universidades de todo Afganistán.
La drástica orden del martes, que seguirá siendo ley hasta nuevo aviso, ha desatado la ira generalizada en el país y en el mundo.
Al mantener cerradas las puertas de los institutos, y ahora de las universidades, para las mujeres, los insurgentes de línea dura han sido acusados de dirigir una administración que pisotea de hecho los derechos básicos de los afganos y supone un giro completo a una promesa anterior de que su gobierno esta vez sería diferente al de los años 90.
Decenas de mujeres estudiantes están llorando y en estado de shock después de que el miércoles se les pidiera que abandonaran los institutos y universidades a los que habían acudido.
“Una estudiante intentó suicidarse frente a la Universidad de Nangarhar, pero fue salvada por sus amigos. Uno de nuestros reporteros descubrió que la estudiante estaba muy triste”, declaró Niazi.
Las imágenes de una universidad de Kandahar mostraban cómo las estudiantes tenían que salir a la fuerza mientras los estudiantes varones estaban sentados en el aula, mientras que otra mostraba a estudiantes llorando después de que se les pidiera que regresaran.
Un vídeo mostraba a estudiantes varones protestando contra el último edicto de los talibanes en solidaridad con las estudiantes de la Universidad de Nangarhar, en la provincia oriental del mismo nombre, fronteriza con Kabul.
Antiguos funcionarios que trabajaron en la administración respaldada por Estados Unidos han afirmado que la orden confirma una vez más que los talibanes han cerrado el círculo con respecto a su anterior gobierno de línea dura en la década de 1990.
Recientes informes sobre órdenes de ejecución pública, flagelación, lapidación pública y la aplicación de la sharia, además de impedir que las mujeres asistan a escuelas, universidades y parques públicos, se han hecho eco de sus políticas anteriores.
“La comunidad internacional debe darse cuenta de que los talibanes no han cambiado. Sólo se hicieron los blandos para conseguir el Acuerdo de Paz de Doha, que contribuyó a su regreso al poder”, declaró Qasim Wafayezada, ex ministro de Información y Cultura del gobierno de Ashraf Ghani.
Los talibanes habían arrebatado el control de la administración por la fuerza el pasado agosto, después de que Estados Unidos se retirara del país.
El acuerdo de paz de Doha, alcanzado entre EE.UU. y los talibanes en febrero de 2020, establecía que EE.UU. reduciría su presencia de tropas mientras que los talibanes se comprometían a que su territorio no sería utilizado por ninguno de sus miembros, otros individuos o grupos terroristas.
“Los talibanes no sólo no han cambiado, sino que se han radicalizado con una nueva generación de islamistas de línea dura que ganan más eminencia e importancia dentro de sus filas y archivos”.
También dijo que habían conseguido hacer retroceder todos los avances que el país había logrado en los últimos 20 años.
La reciente orden de suspensión de la educación universitaria para las estudiantes afganas demostró que los partidarios de la línea dura dentro de la cúpula talibán eran capaces de establecer una posición dominante y ganar los enfrentamientos internos, explicó.
El Dr. Wafayezada también dijo que algunas figuras entre los talibanes apoyaban la educación de las niñas, pero seguían siendo débiles y marginados de la dirección central de Hibatullah Akhundzada.
“Desde hace un año y medio se sabe que los talibanes pretendían utilizar la educación de las niñas como moneda de cambio con la comunidad internacional. Pero, al parecer, el tiro les ha salido por la culata y sólo han conseguido la condena internacional”, dijo..
La Sra. Nasimi, que escapó de los talibanes hace más de dos décadas, dijo que no “cree que este régimen talibán sea diferente de lo que eran en el1990s”.
El “grupo islamista fundamentalista extremista” ha convertido Afganistán en un Estado paria y no valora los derechos humanos básicos, afirmó.
De lo que queda de Afganistán bajo el régimen talibán, el mundo debería esperar el cierre del resto de medios de comunicación afganos que el régimen ha intentado convertir en meras máquinas de propaganda de su gobierno, afirmó la Dra. Wafayezada.
“Los talibanes, desde su regreso al poder, han abolido la Constitución y siguen rechazando cualquier tipo de política participativa y orden constitucional. Predican la democracia como el mal de Occidente”, afirmó.
Niazi ha advertido de que “si la comunidad internacional no toma medidas rápidas contra los talibanes, sus combatientes también acabarán con el derecho a la vida de las mujeres afganas”.
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