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Revisión de Paul McCartney, Los Ángeles: La prueba de que siempre fue el Beatle más genial

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Paul McCartney no solía ser cool. Incluso en los años noventa, cuando la escena británica de los Beatles estaba en su apogeo, “Macca” siempre parecía un anciano cursi. Era un poco papá vaquero. Un poco Alan Partridge. Los dos pulgares parecían estar permanentemente en alto. Era John Lennon, el rebelde truculento de la banda, a quien los hermanos Gallagher deificaban y todas las bandas jóvenes de moda querían imitar. Por aquel entonces, “Imagine” de Lennon parecía un himno laico, un manifiesto sincero por un mundo mejor. Hoy en día es esa canción que cantan los famosos que no están al día para demostrar que no están al día.

Si el valor de Lennon ha caído en las últimas tres décadas, el de McCartney no ha hecho más que subir. Apasionado vegetariano, que desde hace tiempo habla de la necesidad de proteger el planeta, su inherente amabilidad es ahora alabada como una virtud. Recientemente, su reputación se ha visto reforzada por el lanzamiento de la inmersiva película de Peter Jackson Get Back de Peter Jackson, que hizo las delicias de los fans de los Beatles al llevarles al interior de la grabación del último álbum de la banda, Let It Be, y dejaba muy claro la gran importancia que tuvo McCartney en la creación de ese disco, y en la banda en general.

La actual gira del músico de 79 años, que llegó al estadio SoFi de Los Ángeles el viernes por la noche (13 de mayo), hace un guiño al impacto de la película de Jackson con su título: Got Back. A lo largo de dos horas y media, que parecen pasar volando, hace honor a la promesa de ese nombre. Al principio del espectáculo, McCartney dice que él y su bien preparada banda de acompañamiento tocarán “algunas canciones antiguas, otras nuevas y algunas canciones intermedias”, pero la balanza se inclina generosamente a favor de los clásicos. De las 36 canciones que toca, 21 son de los Beatles, mientras que otra es su sentido homenaje a Lennon: “Here Today”, de 1982, escrita tras el asesinato de su viejo amigo en 1980, y que aquí interpreta con una sinceridad devastadora. Incluso da cabida a una canción anterior a los Beatles, “In Spite Of All The Danger”, que McCartney escribió en 1958 y que fue el primer tema grabado por The Quarrymen. La introduce recordando el día en que, en Liverpool, él y sus compañeros de banda -Lennon y George Harrison, además de “Colin y Duff”- pusieron una libra cada uno para pagar el corte de la canción en goma laca. Momentos después, cuando dirige un estadio californiano repleto de 70.000 fans que cantan al ritmo de la canción, es difícil no quedarse atónito ante el reconocimiento de todo lo que McCartney ha conseguido en los 64 años transcurridos.

El set está repleto de lo mejor. Tenemos una muestra de los primeros discos de los Beatles, como el primer tema “Can’t Buy Me Love” y el primer sencillo de la banda en 1962 “Love Me Do”, pero aún más del período, sólo un puñado de años más tarde, cuando McCartney había comenzado a establecerse como uno de los compositores más grandes e influyentes de la historia. Toca “Got To Get You Into My Life”, de la obra maestra de 1966 Revolver, con el apoyo de las trompetas. Lleva a “Getting Better”, de la obra de 1967 Pepper’s Lonely Hearts Club Band, contando la anécdota de que su compañero Jimi Hendrix versionó el tema que da título al álbum tan sólo tres días después de que saliera a la venta, y su interpretación es tan alegre que a nadie le importa que su voz ya no pueda alcanzar todas las notas altas. “You Never Give Me Your Money”, del álbum de 1969 Abbey Road, es una novedad para esta gira, nunca antes tocada en Los Ángeles, y sigue sonando tan fresca como en el disco.

Después de mostrarnos cómo sonaba la música pop cuando empezó, y luego todas las cosas mágicas y maravillosas que hizo con ella, McCartney cierra el espectáculo con una imperiosa racha de éxitos, con los cantos unificadores “Let It Be” y “Hey Jude” intercalados con la pirotecnia musical y literal del tema Bond de Wings de 1973 “Live and Let Die”. Después de una breve pausa para el bis y un saludo de apoyo a la bandera ucraniana, McCartney ofrece el momento más audaz del espectáculo al utilizar las imágenes limpiadas por Jackson del concierto de los Beatles en la azotea para hacer un dúo con Lennon en “I’ve Got A Feeling”, un momento de comunión fraternal a través de la gran división.

Lo más evidente de este espectáculo es lo mucho que disfruta McCartney al reencontrarse con su propio y asombroso legado. Cierra el espectáculo con la triunfal Abbey Road medley de “Golden Slumbers/Carry That Weight/The End”, cantando: “Chico, vas a llevar ese peso mucho tiempo”. McCartney, sin embargo, no parece agobiado por la historia ni por el peso de su propio genio musical. Simplementese ve bien.

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