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Ruanda dice que reabrirá su frontera con Uganda, poniendo fin a casi tres años de un enfrentamiento que parecía perjudicar a las economías de ambos países y hacía temer hostilidades armadas.
El anuncio se produjo tras un periodo de diplomacia tranquila durante el cual el presidente ugandés, Yoweri Museveni, envió enviados, incluido su hijo, el teniente general Muhoozi Kainerugaba, para negociar con su homólogo ruandés, Paul Kagame.
Kainerugaba, que comanda las fuerzas de infantería de Uganda, estuvo en Ruanda el sábado. A principios de esta semana, Museveni realizó cambios clave en su aparato de seguridad, destituyendo al jefe de la inteligencia militar que había sido criticado insistentemente por Ruanda. Esta medida parece haber aplacado a Ruanda.
Ruanda cerró por primera vez el concurrido paso fronterizo de Gatuna en febrero de 2019. Las conversaciones posteriores con la mediación de Angola y el Congo parecieron no resolver la disputa, obligando a Uganda a negociar en privado con Ruanda.
El gobierno de Ruanda dice que la frontera se reabrirá oficialmente el lunes. Su declaración dice que sigue comprometido con los esfuerzos para resolver las cuestiones pendientes y cree que el anuncio “contribuirá positivamente a la rápida normalización de las relaciones entre los dos países.”
El acontecimiento hará que tanto Ruanda como Uganda se alegren tras años de sufrimiento para las empresas que perdieron mercados y otras oportunidades.
Uganda, a la que se le negó un importante mercado para sus exportaciones, pareció perder más en el momento álgido de lo que llamó un efectivo embargo comercial. Dentro de Ruanda, el cierre de la frontera acabó provocando un aumento de los precios de los alimentos secos.
“Espero que esto sea real y que también se permita reanudar el comercio”, dijo el comerciante ruandés Justin Murenzi, que solía importar ropa de segunda mano desde la capital de Uganda, pero que vio cómo su negocio se hundía en medio del bloqueo fronterizo. “Podemos volver a empezar la vida y olvidar el pasado”.
El gobierno de Ruanda también había ordenado a sus ciudadanos que no viajaran a Uganda, alegando que los ciudadanos ruandeses no estaban seguros al otro lado de la frontera. Acusó a las autoridades ugandesas de respaldar a los rebeldes opuestos a Kagame y exigió la expulsión de Uganda de los intereses empresariales de un magnate ruandés crítico con Kagame. Sin embargo, los funcionarios ugandeses presentaron una contraacusación en la que acusaban a los agentes estatales ruandeses de operar ilegalmente en Uganda, incluso en los supuestos secuestros de ciudadanos ruandeses buscados en su país.
Las tensiones entre Ruanda y Uganda hicieron temer un posible conflicto armado, ya que Kagame y Museveni hicieron comentarios amenazantes en actos públicos. Después de que Museveni advirtiera que “los que intentan desestabilizar nuestro país no conocen nuestra capacidad”, Kagame replicó que “nadie en ningún sitio puede ponerme de rodillas”.
En la década de 1990, los ejércitos de Uganda y Ruanda entraron en guerra en el este del Congo cuando apoyaron a grupos rebeldes rivales. Muchas partes del este del Congo siguen sin ley, y los grupos armados siguen operando allí. A algunos analistas les preocupa que las tensiones entre Uganda y Ruanda puedan provocar un conflicto por delegación en el este del Congo.
Kagame y Museveni, líderes autoritarios que han gobernado sus países durante muchos años, han discrepado cada vez más en los últimos años a medida que Kagame, que en su día fue lugarteniente de inteligencia de Museveni, afirma su autoridad en casa y en la región.
Kagame, que creció como refugiado en Uganda, fue comandante del ejército ugandés antes de dirigir a los rebeldes apoyados por Uganda que tomaron el poder en Ruanda al final del genocidio de 1994.
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