El último monumento confederado de Richmond, Virginia, ya no está en pie.
Las autoridades de la antigua capital de los Estados Confederados de América derribaron el lunes por la mañana la estatua que celebraba la vida del general A.P. Hill, un general confederado muerto en la Tercera Batalla de Petersburgo durante la Guerra Civil.
“Hace más de dos años, Richmond albergaba más estatuas confederadas que ninguna otra ciudad de Estados Unidos”, tuiteó el alcalde de la ciudad, Levar Stoney. “Colectivamente, hemos cerrado ese capítulo. Ahora continuamos el trabajo de ser un lugar más inclusivo y acogedor donde TODOS pertenecen.”
The New York Times informó de que una pequeña multitud se reunió para ver la retirada de la estatua.
El resto de las estatuas confederadas de Richmond ya habían sido retiradas tras el asesinato de George Floyd y el levantamiento nacional por la vida de los negros que le siguió. Los manifestantes de la ciudad derribaron una estatua del presidente confederado Jefferson Davis y retiraron otra del general Robert E. Lee.
La estatua de Hill, erigida en el lugar de su muerte en combate, era la última estatua confederada que quedaba en la ciudad. El plan para su retirada fue impugnado por varios descendientes de Hill, que argumentaron que la estatua se encontraba en una tumba y que la ciudad no tenía derecho a trasladarla ni a trasladar los restos de Hill, pero una sentencia dictada en octubre por el juez del Tribunal de Circuito David Eugene Cheek Sr. puso fin a esa impugnación.
La ciudad tiene previsto trasladar la estatua a su Museo de Historia Negra, donde la estatua y la vida de Hill podrán contextualizarse mejor en futuras presentaciones. Los restos de Hill, de acuerdo con la sentencia del Sr. Cheek, serán trasladados a un cementerio cercano en Culpeper, Virginia.
La retirada de la estatua marca el final del debate sobre el monumento confederado en Richmond, una ciudad que fue centro del poder confederado pero que ahora es de mayoría negra. La ciudad, como muchas otras, fue escenario de protestas tras el asesinato de Floyd y de un replanteamiento más amplio sobre el papel que han desempeñado los monumentos en la glorificación de la causa confederada.
En 2020, el estado de Virginia aprobó una ley que permite a los gobiernos locales decidir por sí mismos el destino de sus monumentos confederados. El alcalde Stoney ha apoyado sistemáticamente su retirada y, en algunos casos, su reubicación en entornos educativos.
Conversaciones sobre el papel de los monumentos en Estados Unidos – que desproporcionadamente veneran a los hombres blancos y la guerra – siguen en curso.
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