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La Universidad de Michigan ha revelado que un manuscrito centenario que poseía, y que se atribuía a Galileo, fue creado en realidad por un conocido falsificador.
Se cree que el documento es el borrador de una carta que Galileo envió al Dux de Venecia en relación con un telescopio construido en 1609. La mitad inferior del manuscrito incluía supuestamente borradores de grabaciones hechas por Galileo cuando utilizó el telescopio para observar las lunas de Júpiter.
Un profesor de historia de la Universidad Estatal de Georgia comenzó a investigar el documento y descubrió que en realidad era obra de Tobia Nicotra, que fue encarcelado en la década de 1930 por otra falsificación.
El documento fue legado a la universidad en 1938 por Tracy McGregor, un empresario de Detroit que coleccionaba libros y manuscritos. El documento estaba previamente en posesión de las galerías American Art Anderson, que vendían la biblioteca de Roderick Terry, un rico coleccionista de manuscritos. El documento se encontraba entre las colecciones del Sr. Terry, y supuestamente había sido autentificado por el cardenal Pietro Maffi, arzobispo de Pisa.
El cardenal habría comparado la falsificación con una carta firmada por Galileo que tenía en su colección personal.
Nick Wilding, profesor de historia de la Universidad de Michigan, sospechó que la carta podía ser falsa y envió un correo electrónico a Pablo Álvarez, conservador de la universidad, en mayo de 2022 para comunicarle sus sospechas. En el pasado había sacado a la luz otras falsificaciones de Galileo, incluida una copia del Sidereus Nuncius propiedad de un comerciante de libros raros de Nueva York.
Finalmente, el Sr. Wilding concluyó que el manuscrito era una falsificación de Nicotra. Los expertos de la universidad también examinaron el manuscrito y las pruebas del Sr. Wilding, y estuvieron de acuerdo con su conclusión.
“Fue bastante desgarrador cuando nos enteramos de que nuestro Galileo no era realmente un Galileo”, dijo Donna L Hayward, decana interina de las bibliotecas de la Universidad de Michigan. The New York Times.
La universidad decidió anunciar sus resultados al público como un acto de transparencia.
“Barrerlo debajo de la alfombra es contrario a lo que defendemos”, dijo la Sra. Hayward.
La investigación descubrió que la marca de agua del documento nunca ha aparecido en un documento anterior a 1770, lo que hace imposible que el documento sea auténtico.
Además, no se ha encontrado ningún rastro de la existencia del documento antes de 1930.
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