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Los manifestantes anti-vacunas en Nueva Zelanda profanaron e incendiaron el terreno fuera del edificio del parlamento, en una manifestación contra los mandatos de Covid-19 del gobierno de Jacinda Ardern que se intensificó el miércoles.
Una espesa humareda negra envolvió la zona del parlamento en la que los manifestantes llevan acampados más de tres semanas mientras incendiaban tiendas de campaña, colchones, sillas y terrenos, e incluso dañaron un tobogán para niños.
Los enfrentamientos estallaron después de que cientos de policías con equipo antidisturbios entraran en el recinto y en las calles circundantes el miércoles por la mañana. Sin embargo, la policía recuperó el control por la tarde. El grupo de trabajo había enviado a varios cientos de agentes de toda Nueva Zelanda para despejar el lugar de la protesta.
El primer ministro dijo que los enfrentamientos no definirán la respuesta a la pandemia en Nueva Zelanda, donde casi el 77% de la población está totalmente vacunada contra el coronavirus.
“Me enfadé y también me entristeció profundamente. Ver el Parlamento -su Parlamento, nuestro Parlamento- profanado de esa manera, y un parque infantil destruido, por un pequeño grupo de manifestantes ilegales”, dijo Ardern. Añadió que, aunque las fuerzas policiales habían previsto la hostilidad, la resistencia y la violencia, era completamente diferente presenciarlas.
Esta es la primera vez que la policía neozelandesa recurre a medidas duras contra los manifestantes que presionan para que se reviertan los mandatos de Covid-19.
Durante las operaciones de desalojo, los manifestantes rociaron extintores y lanzaron pintura a los agentes de policía, mientras que otros utilizaron escudos y barricadas improvisadas, dijo el comisario de policía Andrew Coster. También se apuntó con un puntero láser a un helicóptero de la policía.
Casi 300 coches, furgonetas y camiones utilizados por los manifestantes para bloquear el paso y las calles alrededor del parlamento han sido remolcados.
Los funcionarios tuvieron que intervenir con fuerza, ya que las anteriores rondas de diálogo con los líderes de las protestas no llegaron a buen puerto, dijo el Sr. Coster, añadiendo que muchos manifestantes auténticos habían abandonado el lugar y, en cambio, habían sido sustituidos por personas deseosas de una confrontación violenta.
“Fui muy claro en nuestro planteamiento, que consistía en desescalar. Nadie está interesado en convertir esto en una pelea”, dijo el Sr. Coster. “Sin embargo, esta protesta ha roto el equilibrio y ahora tiene que terminar”.
En un comunicado emitido más tarde, los manifestantes dijeron que estaban unidos en la búsqueda de la eliminación de los mandatos y de tomar sus propias decisiones informadas con respecto a su salud, libres de coerción y castigo.
La gran mayoría de los manifestantes se comportaron bien y se mantuvieron acampados fuera del parlamento como último recurso después de que se desecharan las opciones de conversaciones constructivas.
Al menos 132 personas fueron detenidas por la policía neozelandesa antes de la operación del miércoles.
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