Se suponía que iba a ser una noche mágica y una despedida de la vida con restricciones por el coronavirus. Pero la noche del domingo en Copenhague se convirtió en una auténtica pesadilla para Nuveen Kamal, de 15 años, y su amiga.
Iban a asistir a un concierto de la estrella británica del pop Harry Styles en el Royal Arena de la capital danesa, junto con otros miles de personas. Muchos, al igual que Nuveen, habían recorrido un largo camino para el esperado evento, y decidieron comer algo antes de que la ex estrella de One Direction subiera al escenario.
Optaron por visitar el centro comercial cercano, Field’s -el segundo mayor centro comercial de Dinamarca-, a pocos kilómetros al sur del centro de Copenhague. Después, las chicas quisieron ir de compras.
Al salir de una tienda, Nuveen y su amiga oyeron gritos procedentes de varias direcciones. “Al principio, pensé que era Harry Styles el que estaba aquí. Luego me giré y vi a un hombre con un rifle largo en la mano. Y entonces echamos a correr”, dice Nuveen.
De repente, un día que debía ser memorable por motivos de alegría se había convertido en uno que era cuestión de vida o muerte. El centro comercial estaba siendo atacado por un joven danés de 22 años. En un ataque mortal, el hombre, cuyo nombre aún no ha sido revelado, mató a tres personas: dos jóvenes de 17 años y un hombre de 47 años. Otras siete personas sufrieron heridas de bala, y cuatro de ellas resultaron gravemente heridas, entre ellas una chica de 16 años. Otras 20 personas recibieron diversas heridas al huir del lugar.
El incidente ha conmocionado a Dinamarca, que hasta ahora se había librado en gran medida de este tipo de incidentes. El último tiroteo importante fue en 2015.
El concierto de Harry Styles del domingo fue el final de una semana festiva para Dinamarca. El país acogía las tres primeras etapas de la carrera del Tour de Francia, con cientos de miles de daneses animando en las calles.
Las leyes danesas sobre armas son estrictas, y todas las armas de fuego, a excepción de algunos rifles de caza, requieren una licencia expedida por la policía. El pistolero no tenía dicha licencia.
La policía ha dictaminado que el incidente no fue un acto de terror, y el lunes se ordenó que el pistolero fuera recluido en un pabellón psiquiátrico cerrado. Los agentes dijeron que las víctimas habían sido atacadas al azar.
Nuveen es demasiado consciente de que podría haber estado entre los muertos y heridos. Describe cómo ella y su amiga huyeron frenéticamente del ruido de los disparos.
“Bajamos corriendo unas escaleras en la parte trasera de una tienda, mientras oíamos los disparos, y entonces llegamos a una puerta de cristal, que está cerrada con llave. Entramos en pánico. No podemos volver a correr. Fue un momento de miedo”, dice Nuveen.
La policía de Copenhague recibió el primer informe del tiroteo a las 17.35 de la tarde del domingo.
“Anoche dormí junto a mi madre. Y me costó mucho conciliar el sueño”, dice. “Todavía estoy muy conmocionada y no sé cómo afrontar todo esto. Estoy muy confundida ahora mismo”.
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