El presidente pakistaní aseguró el viernes al máximo diplomático de Pekín que su país reforzará la seguridad de todos los ciudadanos chinos que trabajan en proyectos multimillonarios en un Pakistán con problemas de liquidez.
China lleva exigiendo a Pakistán más seguridad para sus nacionales que residen y trabajan en el país islámico desde 2021, cuando un terrorista suicida mató a nueve chinos y cuatro paquistaníes en un atentado en el inestable noroeste de Pakistán.
Más recientemente, un ciudadano chino que trabajaba en la presa de Dasu, un proyecto hidroeléctrico financiado por China y el mayor de este tipo en Pakistán, fue detenido acusado de blasfemia después de que una turba enfurecida le acusara de insultar al islam cuando criticó a un compañero de trabajo por tomarse demasiado tiempo para rezar durante las horas de trabajo.
Las controvertidas leyes paquistaníes sobre la blasfemia conllevan la pena de muerte, y a veces incluso una mera insinuación de blasfemia basta para incitar a las turbas a la violencia o al linchamiento. Posteriormente, el chino fue puesto en libertad por orden judicial, pero no quedó claro si sería juzgado o deportado a su país.
El Presidente Arif Alvi prometió más seguridad para los trabajadores chinos durante una reunión celebrada el viernes con el Ministro de Asuntos Exteriores chino, Qin Gang. Ambos hablaron antes de una minicumbre que se celebrará el sábado en la capital pakistaní, Islamabad, durante la cual el ministro de Asuntos Exteriores de Pakistán, Bilawal Bhutto Zardari, recibirá a Qin y también al ministro de Asuntos Exteriores de Afganistán nombrado por los talibanes, Amir Khan Muttaqi.
Muttaqi también llegó a Islamabad el viernes antes de la reunión a tres bandas del día siguiente. La reunión también se considera un acercamiento a los talibanes por parte de Pakistán, que ha actuado como mediador con los nuevos gobernantes de Afganistán, y también de China, que está ansiosa por ampliar su influencia en la región.
Los talibanes han sido rechazados por la mayor parte de la comunidad internacional por las duras y restrictivas medidas que han impuesto desde que tomaron el poder en Afganistán en agosto de 2021, cuando las tropas estadounidenses y de la OTAN se encontraban en las últimas semanas de su retirada del país tras 20 años de guerra, en particular la prohibición de que las niñas reciban educación más allá del sexto grado y la exclusión de las mujeres de la mayoría de los empleos y de la vida pública.
En Pakistán, Pekín está financiando el llamado Corredor Económico China-Pakistán, o CPEC, un amplio paquete que incluye multitud de megaproyectos como la construcción de carreteras, centrales eléctricas y agricultura. El paquete es un salvavidas para el gobierno de Pakistán, que se enfrenta actualmente a una de las peores crisis económicas en medio de conversaciones estancadas sobre un rescate con el Fondo Monetario Internacional.
El CPEC, también conocido como proyecto “Una Ruta”, forma parte de la iniciativa china “Belt and Road”, una iniciativa mundial destinada a reconstituir la Ruta de la Seda y la Ruta de la Seda
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