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Donald Trump pasó meses convenciendo a un viejo aliado para que desafiara al gobernador republicano de Georgia. Esta semana, le dio a David Perdue otro impulso, orquestando un acuerdo para que un rival abandone su campaña y en su lugar se presente al Congreso con el codiciado respaldo del ex presidente.
“Me dijo: ‘Escucha, tienes una oportunidad. (Lo que podrías) hacer a nivel estatal, lo puedes hacer por este país”, dijo el candidato, Vernon Jones, en una entrevista en la que recordó su conversación con Trump. “Y obviamente me dijo que tendría su apoyo, porque compartimos la misma agenda.”
Trump está intentando una estrategia similar en otros estados. En Carolina del Norte, por ejemplo, ha presionado a otro candidato al Senado para que abandone y se presente al Congreso. Está buscando un aspirante al Senado para apoyarlo en New Hampshire. En la carrera senatorial republicana de Ohio, un aspirante se retiró la semana pasada después de que Trump dejara claro que no ofrecería su apoyo.
Los movimientos son un recordatorio del poder que ejerce Trump sobre el Partido Republicano en vísperas de lo que podría ser una tumultuosa temporada de primarias. El ex presidente sigue siendo la figura más popular entre las bases del GOP mientras considera otra candidatura a la Casa Blanca. No duda en aprovechar ese tirón para vengarse de sus enemigos y doblegar aún más al partido a su voluntad.
En el proceso, algunos republicanos dicen que Trump está inyectando el caos en un año electoral que debería ser favorable al GOP.
En Georgia, por ejemplo, el esfuerzo de Trump por sacar a Jones de la carrera a gobernador fue un intento de evitar una potencial segunda vuelta electoral. Pero al evitar ese problema, creó otro al señalar a Jones en la carrera para suceder a la representante Jody Hice.
El campo de las primarias para el escaño de Hice ya estaba lleno de gente y el congresista, junto con varios aliados de Trump, ya había hecho apoyos.
“Es un lío. Es simplemente un lío”, dijo Chip Lake, un estratega del GOP en el estado que advirtió que el respaldo de Trump a tantos candidatos significaba que algunos probablemente perderían.
“Todo el mundo en Georgia quiere tener el respaldo de Trump, pero el respaldo de Trump ciertamente se está estirando”, dijo. “Todos sabemos que cuando tiras cosas a la pared sólo algunas se pegan”.
Un portavoz de Trump no respondió a las preguntas, pero Trump ha seguido pregonando su historial de avales como medida de su fuerza política.
“Estamos respaldando a algunas personas fantásticas”, dijo en una entrevista telefónica a Fox Business Network el martes por la mañana. “Queremos gente que ponga a Estados Unidos en primer lugar”.
Trump y sus ayudantes esperaban que sus apoyos despejaran el campo en muchas carreras, evitando costosas y desordenadas contiendas primarias que podrían debilitar a los eventuales nominados republicanos. Eso funcionó en algunos casos.
En Wyoming, un montón de candidatos abandonaron después de que él anunciara su apoyo a la candidatura de Harriet Hageman contra una de las principales críticas de Trump, la representante Liz Cheney.
En Georgia, la estrella de fútbol americano retirada Herschel Walker es el principal aspirante a la candidatura del GOP al Senado después de que Trump le animara a presentarse. La posición de mando de Walker es especialmente notable porque, tras algunas dudas iniciales y preocupantes acusaciones que podrían perjudicarle en las elecciones generales, el establishment republicano, incluido el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, también le respaldó en una rara alianza con el ala de Trump del partido.
Pero las intervenciones de Trump en las primarias amenazan con ahondar las tensiones dentro del GOP en un momento especialmente delicado.
El partido se tambalea tras la decisión del Comité Nacional Republicano de la semana pasada de censurar a dos legisladores que se han cruzado repetidamente con Trump. El RNC también arremetió contra el comité de la Cámara de Representantes, liderado por los demócratas, que investiga la insurrección del 6 de enero, por liderar una “persecución de ciudadanos comunes y corrientes que participan en un discurso político legítimo.” Muchos senadores republicanos y otros funcionarios del partido en Washington lamentaron la medida por considerarla desacertada, tanto en lo sustantivo como en lo político.
Trump no es el primer presidente que se dedica a la política después de dejar la Casa Blanca. Barack Obama ha apoyado a varios candidatos y ha hecho campaña junto a algunos de ellos. George W. Bush ha mantenido un perfil más bajo, pero ha apoyado a Cheney, la hija de su vicepresidente y uno de los legisladores objeto de la censura del RNC.
El volumen de los apoyos de Trump y la granularidad de su trabajo, sin embargo, es notable. En algunos casos, empezó a sentar las bases de algunos de los acuerdos cuando aún estaba en la Casa Blanca.
En Carolina del Norte, Trump ha intentado durante varios años persuadir al representante Mark Walker de que optara por no presentarse al Senado para despejar el camino al representante Ted Budd, a quien elel ex presidente respaldó en junio para sorpresa de muchos.
Walker dijo que Trump hizo su propuesta en persona dos veces: una en la Oficina Oval en 2019, con el entonces vicepresidente Mike Pence sentado a su izquierda y el jefe de personal de la Casa Blanca en funciones Mick Mulvaney a su derecha. Reanudó el esfuerzo en su complejo de Mar-a-Lago en diciembre.
“Sí prometió que si nos presentábamos a la Cámara de Representantes tendríamos el respaldo”, dijo Walker. “Y mira, no soy un tipo anti-Trump … pero con el debido respeto, tengo que hacer lo que creo en mi corazón que hacer”.
Budd sigue a la zaga del favorito de la carrera, el ex gobernador Pat McCrory, a pesar del respaldo de Trump y del apoyo del super PAC del conservador Club for Growth, que ha vertido más de 4,3 millones de dólares en la carrera hasta ahora.
Walker se mantiene en la carrera, a pesar de la presión de Trump.
“No quiero dar la impresión de que alguien está fuera con una palanca, cortando mis neumáticos si no hacemos lo correcto”, dijo. “Han sido respetuosos al respecto”.
Mientras tanto, las frustraciones están aumentando entre algunos aliados de Trump sobre su retraso en otras primarias, incluyendo la concurrida carrera al Senado de Ohio, donde el voto de los militares y los extranjeros ausentes está programado para comenzar el próximo mes.
Trump no ha ofrecido su apoyo, pero logró reducir el número de candidatos la semana pasada, cuando el candidato Bernie Moreno anunció que abandonaba su candidatura tras una reunión con Trump en la que le pidió su apoyo. Trump se negó.
En otros lugares, Trump sigue buscando candidatos favoritos. En New Hampshire, donde las primarias de 2016 ayudaron a impulsar su campaña presidencial, Trump está luchando por encontrar un candidato que quiera respaldar en la reñida carrera al Senado.
El antiguo lugarteniente de Trump, Corey Lewandowski, que fue destituido de su función de supervisión del super PAC de Trump en medio de acusaciones de acoso sexual, dijo que se le ha pedido que identifique un candidato republicano fuerte, y hasta ahora, no va bien.
“Está claro que no hay un candidato destacado de America First en la carrera”, dijo. “Pero es un escaño muy ganable para el GOP en 2022”.
Y en algunas carreras, el respaldo de Trump ha hecho saltar chispas.
En Tennessee, algunos aliados de Trump se han enfadado por su respaldo a la ex portavoz del Departamento de Estado Morgan Ortagus antes incluso de que anunciara su candidatura al Congreso. El movimiento frustró a los partidarios de alto perfil que ya habían apoyado a Robby Starbuck, un viejo partidario de Trump.
“Normalmente, cuando el presidente Trump hace un respaldo, la gente se lanza… y generalmente la apoyan mucho. Así que es interesante ver que la reacción sea tan salvaje en una dirección diferente”, dijo Starbuck sobre la reacción. “No es que su apoyo no importe. Es que la gente puede ver que los errores pueden ocurrir y él es humano y se equivocó en este caso.”
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El escritor de Associated Press Steve Peoples contribuyó a este informe.
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