A un ciudadano británico en huelga de hambre de más de 80 días en una cárcel egipcia se le ha concedido media hora de ejercicio por primera vez en tres años.
Ello se produce después de que la ministra de Asuntos Exteriores, Liz Truss, reconociera por primera vez la difícil situación de Alaa Abdel-Fattah, de 40 años, prometiendo en el parlamento el martes plantear su caso al ministro de Asuntos Exteriores egipcio durante una próxima visita.
La familia del destacado activista y escritor británico-egipcio teme que pueda morir después de haber bebido sólo sales de rehidratación y té con un poco de leche durante tres meses.
Su situación ha provocado un revuelo internacional con parlamentarios, luchadores por los derechos humanos e incluso celebridades que critican al Ministerio de Asuntos Exteriores, Desarrollo y de la Commonwealth (FCDO) por no hacer lo suficiente.
Por primera vez, el martes, la Sra. Truss reconoció públicamente la difícil situación de Alaa, durante las preguntas del FCDO en el Parlamento, donde prometió plantear su caso al ministro de Asuntos Exteriores egipcio en una próxima visita.
Abdel-Fattah, que saltó a la fama durante el levantamiento de 2011, ha pasado la mayor parte de la última década en la cárcel. Lleva apenas unos meses de su última condena de cinco años, dictada después de que compartiera un post en Facebook crítico con el régimen. Desde 2019 se le ha privado del derecho a hacer ejercicio, a tomar el sol e incluso a saber la hora.
A última hora del jueves, Mona Seif, su hermana, también activista británica-egipcia que se ha unido a su huelga de hambre , dijo que finalmente se le concedieron 30 minutos en la sala de ejercicios de la prisión, pero todavía no se le permitió salir.
“Todavía no hay sol para él, pero al menos puede caminar en un espacio más amplio aunque esté rodeado de muros de hormigón”, dijo en Twitter.
La tía del Sr. Abdel-Fattah, la destacada escritora británica-egipcia Ahdaf Soueif, dijo que aunque se trate de un pequeño cambio, “es una ganancia importante”.
Las autoridades británicas han recibido una presión creciente para que actúen. La semana pasada, más de 1.000 personalidades del mundo de la cultura, entre ellas decenas de estrellas internacionales como Dame Judi Dench, Stephen Fry y Mark Ruffalo, escribieron una carta en la que exigían a la Sra. Truss que actuara.
El mes pasado, docenas de diputados y pares también escribieron a la ministra de Asuntos Exteriores instándola a que impulsara su liberación inmediata, alegando que su tratamiento sienta un “peligroso precedente” y que no hacer nada podría repercutir en los derechos de todos los británicos en el extranjero.
El martes, antes de una protesta prevista frente a las oficinas del FCDO en Westminster, Layla Moran, la portavoz de Asuntos Exteriores de los liberales demócratas, planteó el caso de Alaa en la Cámara de los Comunes.
“Le aseguro a su señoría que estamos trabajando duro para conseguir la liberación de Alaa Abdel Fattah”, respondió el ministro de Asuntos Exteriores.
“Estoy buscando una reunión con el ministro de Asuntos Exteriores egipcio, que visitará el Reino Unido en breve, donde plantearé este caso”, añadió.
El Sr. Abdel-Fattah inició su huelga de hambre hace tres meses exigiendo el derecho básico a una visita consular, que está permitido por la ley egipcia.
Al principio sólo bebía sales de rehidratación y agua, antes de pasar a añadir té con leche.
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