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Más vale que Alex McQueen se prepare para recibir una avalancha de solicitudes de empleo. Que te paguen por vivir con los pies en la arena, rodeado de libros todo el día en una isla de lujo de las Maldivas debe contarse como el trabajo de ensueño por excelencia para millones de personas.
El Sr. McQueen busca un nuevo recluta apasionado por los libros para un contrato de un año vendiéndolos a los huéspedes de la remota isla de Kunfunadhoo en el Océano Índico.
El uso de zapatos está prohibido en la isla, donde se insta a los veraneantes -en su mayoría adinerados- a desconectarse de las noticias y los dispositivos electrónicos.
A partir de octubre, el nuevo librero descalzo llevará la librería a diario, incluyendo la contabilidad y la gestión de las existencias.
“El aspirante estará allí por su cuenta, así que prácticamente lo dirigirá todo él mismo”, dice el Sr. McQueen, que es director de ventas de Ultimate Library, una empresa con sede en el Reino Unido que se encarga de las colecciones de libros para hoteles, centros turísticos, tiendas y residencias privadas de todo el mundo.
“El espíritu de la isla es: sin zapatos, no hay noticias. Animan a los huéspedes a reconectar con la tierra”, dijo The Observer.
Dijo que el librero tendrá que ser una persona emprendedora que esté dispuesta a presentarse a los invitados y a ofrecerles recomendaciones de libros personalizadas, por lo que busca a alguien, idealmente, con experiencia en la venta de libros o en el sector editorial.
El candidato seleccionado tendrá las comidas del alojamiento pagadas, y tendrá acceso a un gimnasio, un spa y deportes acuáticos de buceo. El personal también dispone de una playa privada.
El salario básico es de 750 dólares al mes (unos 620 euros), pero el librero podrá ganar “comisiones de servicio” adicionales, por ejemplo, impartiendo talleres o clases relacionadas con los libros.
Georgie Polhill, de 27 años, que acaba de terminar un contrato de seis meses como librera allí, dijo que uno de los mayores retos a los que se enfrentó fue acostumbrarse al lento ritmo de vida.
“Si tratas de luchar demasiado y acosar a todo el mundo para que haga las cosas, te estallaría absolutamente un vaso sanguíneo”, dijo.
“Volví como una persona muy diferente. Aprendí una cultura totalmente nueva. Hice amigos que tendré de por vida”.
Ahora está empezando una nueva carrera en el teatro, y ha tenido que readaptarse a llevar zapatos de nuevo. Dice que “definitivamente se sintió rara” al principio. “No estaba acostumbrada a llevar nada alrededor de los dedos de los pies y de los talones”.
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