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La controvertida amistad entre el presidente ruso Vladimir Putin y el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi parece haber llegado a su fin tras más de dos décadas de admiración recíproca, vacaciones familiares y valores políticos compartidos.
Los rumores de que la relación se había ido enfriando se confirmaron el sábado en una convención de Forza Italia en Roma, cuando Berlusconi subió al escenario y pronunció el nombre de Putin por primera vez desde que Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero.
“No puedo ni quiero ocultar que estoy profundamente decepcionado y entristecido por el comportamiento de Vladimir Putin”, dijo el multimillonario magnate de los medios de comunicación. “Le conocí hace veinte años y siempre me pareció un hombre de democracia y paz”.
Pero veinte años de amistad no han podido resistir la decisión de Putin de invadir Ucrania, lo que ha llevado al ex primer ministro italiano, de 85 años, a reconsiderar su alianza con el hombre al que en 2015 calificó como “sin duda el número uno entre los líderes mundiales”, y al que en su día comparó con un hermano menor.
“Ante los horrores de las masacres de civiles en Bucha y otras zonas de Ucrania, verdaderos crímenes de guerra, Rusia no puede negar su responsabilidad”, dijo Berlusconi. “Debe, por su propio interés, identificar y juzgar a los autores”.
Berlusconi habría intentado en múltiples ocasiones telefonear al Kremlin a lo largo del último mes para ser despedido a toda prisa, según el diario italiano La Repubblica informó el domingo.
Una gran diferencia con lo que el miembro de Forza Italia Giuliano Urbani describió en 2001 como una comunicación muy frecuente entre los dos líderes. Pero mucho ha cambiado desde el año en que el controvertido dúo conectó por primera vez.
Era julio de 2001 y Berlusconi acababa de ser reelegido como primer ministro por segunda vez cuando Putin le llamó por primera vez para felicitarle.
Con el paso de los años, el mundo se ha acostumbrado a las imágenes de la pareja en atuendo relajado compartiendo comidas y sonrisas y explorando la lujosa casa de verano de Berlusconi en la isla de Cerdeña. El ex líder italiano incluso regaló a Putin un edredón con la imagen de ambos para el 65º cumpleaños del presidente ruso.
Igualmente, el líder de Forza Italia ha sido recibido en varias ocasiones por Putin. En 2002, Berlusconi se convirtió en el primer líder occidental conocido en ser recibido en la casa de Putin en Sochi, mientras que en 2003 se publicaron fotos de los dos con gorros ushanka de piel y temperaturas bajo cero en el pueblo de Zavidovo.
Incluso a través de las más graves meteduras de pata, escándalos y movimientos expansionistas, los dos hombres se han cubierto las espaldas mutuamente.
En 2010, la ya polémica vida privada de Berlusconi dio un giro hacia lo peor cuando los medios de comunicación locales revelaron que una chica marroquí menor de edad había asistido a las llamadas fiestas sexuales “bunga bunga” en la casa del magnate italiano cerca de Milán. Los cables filtrados y los informes de los medios de comunicación sugieren que el propio Putin asistió al menos a dos de estas fiestas.
Cinco años más tarde, Berlusconi realizó una polémica visita a Putin en la ciudad portuaria de Crimea, Sebastopol, en el Mar Negro, poco después de la anexión rusa de la península de Ucrania, donde supuestamente descorcharon un vino español valorado en 100.000 euros.
“En Crimea la gente agradece [Putin] con lágrimas en los ojos lo que ha hecho”, dijo entonces Berlusconi.
Poco después, los medios de comunicación ucranianos informaron de que los servicios de seguridad del país prohibieron al dirigente italiano entrar en Ucrania durante tres años en “interés de la seguridad nacional”.
Pero no todo eran fiestas y cenas opulentas. Los cables de Wikileaks publicados en 2010 sugerían que Berlusconi y Putin tenían fuertes vínculos financieros.
Según los cables, el entonces embajador de Estados Unidos en Roma, Ronald Spogli, escribió en 2009 que tanto sus colegas como fuentes cercanas a Berlusconi habían dicho que el ex primer ministro “y sus compinches se están beneficiando personal y generosamente de muchos de los acuerdos energéticos entre Italia y Rusia.”
“El embajador de Georgia en Roma nos ha dicho que el gobierno de Georgia cree que Putin ha prometido a Berlusconi un porcentaje de los beneficios de cualquier oleoducto desarrollado por Gazprom en coordinación con ENI”, escribió Spogli en los despachos filtrados en referencia a los gigantes energéticos italiano y ruso. Berlusconi negó rápidamente las acusaciones.
Hoy, las crecientes pruebas de posibles crímenes de guerra rusos y de supuestas violaciones de los derechos humanos en Ucrania pueden haber puesto fin a todo esto, al menos públicamente.
Queda por ver si Berlusconi y Putin acabarán por reconciliarse en privado. Pero es poco probable que el mundo vuelva a ser testigo de cómo los joviales hombres se relacionanbrazos, disfrutando del sol mediterráneo frente a la costa de Italia, o animando al equipo ruso de bobsleigh en la ciudad de Krasnaja Poliana, en las montañas del Cáucaso.
Mientras la comunidad internacional sigue aislando a Rusia, el mantenimiento de los vínculos con Putin complicaría las cosas para el ya controvertido ex primer ministro, especialmente cuando el gobierno italiano avanza en su intento de desvincular al país de su dependencia del gas ruso, al tiempo que condena la guerra de Putin.
La semana pasada, el primer ministro italiano, Mario Draghi, pidió a Rusia que detuviera la “masacre de civiles”.
“Los crímenes de guerra deben ser castigados”, dijo Draghi. “El presidente Putin, las autoridades rusas y su ejército tendrán que rendir cuentas por sus acciones”.
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