Una madre ha instado a los padres a “confiar en sus instintos” después de que un pequeño cambio en el ojo de su hijo pequeño resultara ser un raro cáncer que le causó la muerte.
Jessica Neal y su marido, Lee, pensaron inicialmente que su bebé, Ted, se había restregado arena en el ojo en la playa cuando se veía diferente mientras estaban de vacaciones en agosto del año pasado.
“No podía saber qué tenía de diferente, no estaba inflamado ni dolorido, pero empezaba a parecer que sobresalía”, dijo la mujer de 35 años.
“A lo largo de la semana se fue haciendo poco a poco más evidente y cuando se lo señalé a Lee y él también pudo verlo”.
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Las pruebas revelaron que su hijo tenía un tumor canceroso en uno de sus senos paranasales que era tan raro que no tenía nombre hasta enero de este año.
Se sometió a quimioterapia y cirugía, pero el cáncer se extendió al cerebro y a la médula espinal.
Ted murió en abril de este año a los 16 meses.
Su madre dice que se alegra de haber confiado en sus instintos y de haber acudido al hospital cuando lo hizo, aunque esperaba que le dijeran que no era nada.
“Creo que lo habríamos perdido antes si no lo hubiera hecho. Nos dio esos ocho meses con él”, dijo la Sra. Neal, de Calverton, en Nottingham.
“Su ojo no se había hinchado tanto cuando lo llevé, pero simplemente tuve un presentimiento y en una semana su cara había cambiado por completo y tuvimos el diagnóstico”.
Los médicos dijeron que Ted tenía un sarcoma no especificado, que ahora se ha denominado condrosarcoma mesenquimal, en su seno etmoidal.
“Luchó mucho y fue un niño tan feliz a pesar de todo. Lamentablemente, perdió la vida cuando el cáncer se extendió al cerebro, pero tendremos esos ocho meses de recuerdos para siempre”, dijo su madre.
Y añadió: “Insto a todo el mundo a que confíe en sus instintos si cree que algo va mal. Aunque sólo les dé tranquilidad”.
Información adicional de las agencias
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