Con unos 106.000 soldados todavía reunidos a lo largo de la frontera de Rusia con Ucrania, las conversaciones continúan al más alto nivel mientras las potencias occidentales buscan todas las vías diplomáticas con la esperanza de evitar una guerra en la región.
En su intervención en la Casa Blanca, junto al canciller alemán Olaf Scholz, el presidente estadounidense Joe Biden advirtió a su homólogo ruso Vladimir Putin: “No sé si sabe lo que va a hacer, y creo que tiene que darse cuenta de que sería un error gigantesco que avanzara sobre Ucrania. El impacto en Europa y en el resto del mundo sería devastador, y pagaría un precio muy alto.
“He sido muy, muy directo y contundente con el presidente Putin, tanto por teléfono como en persona: impondremos las sanciones más severas que jamás se hayan impuesto, sanciones económicas, y habrá que pagar mucho por ello en el futuro. También afectará a otros, nos afectará un poco a nosotros, afectará a los europeos. Pero tendrá un profundo impacto en su economía”.
En Moscú, Putin recibió a su homólogo francés, Emmanuel Macron, en una lujosa cena en la que este último trató de persuadirle para que retirara sus fuerzas y evitara la guerra, y el primero aprovechó la oportunidad para amenazar con un conflicto más amplio en Europa en caso de que se permita a Ucrania entrar en la OTAN.
Mientras tanto, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha trabajado incansablemente en el frente diplomático, reuniéndose con su homólogo ruso, Sergey Lavrov, en Ginebra, así como con el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, en Kiev, y con los líderes de la alianza de la OTAN en Berlín, apelando a todas las partes para evitar un retorno a las tensiones de la época de la Guerra Fría.
La respuesta de Biden al intenso estancamiento hasta ahora ha consistido en el envío de 200 millones de dólares en ayuda militar a Ucrania en enero y en ordenar la evacuación de todo el personal no esencial y sus familias de la embajada estadounidense en Kiev, pero por lo demás no ha sido muy específico sobre lo que podría suponer su “severa respuesta económica”, aparte de advertir que el lucrativo proyecto de gasoducto Nord Stream 2 llegaría a su “fin”.
Además de la ayuda militar ya enviada, Washington estaría considerando enviar miles de soldados estadounidenses a los aliados de la OTAN en el Báltico y Europa del Este.
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ha instado a la Cámara de Representantes a que apruebe una legislación que autorice “fuertes sanciones” contra funcionarios del gobierno ruso, así como contra instituciones y transacciones financieras.
Kori Schake, director de estudios de política exterior y de defensa en el conservador American Enterprise Institute, dijo que EE.UU. tiene una serie de opciones que van desde el castigo diplomático hasta el militar, pasando por el económico.
Estados Unidos podría, por ejemplo, enviar asesores militares y más armamento a Ucrania o utilizar esfuerzos diplomáticos, como por ejemplo, solicitar la expulsión de Rusia del Consejo de Europa y de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa por violar los estatutos de la organización.
Asimismo, Estados Unidos podría presentar mociones contra Rusia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
La Sra. Schake dijo que EE.UU. también podría estacionar tropas de la OTAN en la frontera de Rusia, apoyar las reclamaciones contra sus territorios en la región del extremo oriente o revelar lo que sabe sobre la riqueza personal del Sr. Putin.
La Sra. Schake dijo que no es sorprendente que Rusia ponga a prueba la determinación estadounidense después de que la salida de Afganistán llevara a la nación a caer en manos de los talibanes.
Pero, al mismo tiempo, dijo que, hasta ahora, los Estados Unidos y los aliados de la OTAN han hecho un buen trabajo al mantenerse unidos y “negarse a ser parte de los planes de Rusia para recrear una esfera de influencia”.
Del mismo modo, el proyecto de ley que se está deliberando en la Cámara de Representantes aumentaría la financiación militar extranjera, así como la financiación de la educación y el entrenamiento militar internacional para Ucrania.
El proyecto de ley también utilizaría el poder “blando”, como la financiación de Radio Europa Libre y Radio Libertad.
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